La ley del terror de los paramilitares en Cauca

      
En una versión libre durante seis días, 18 ex paramilitares confesaron 40 asesinatos en El Bordo, Bolívar, Rosas, Patía, Timbío, Balboa y Mercaderes.
     
En el departamento de Cauca deliquió el Frente Farallones del Bloque Calima, que desde los municipios de Jamundí (Valle del Cauca) y de Buenos Aires (Cauca), inició su expansión hacia el sur del departamento.

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La Fiscalía de Justicia y Paz reunió a los ex paramilitares, entre patrulleros, mandos medios y jefes, para que confesaran ante los familiares de sus víctimas cómo fueron los crímenes que cometieron entre 2001 y 2003, cuando pertenecieron al Frente Farallones del Bloque Calima.

La audiencia se desarrolló desde de la ciudad de Cali (Valle del Cauca) y fue transmitida en vivo a Popayán (Cauca) para que las víctimas escucharan y cuestionaran a sus victimarios.

Estos cuarenta asesinatos no ocurrieron durante enfrentamientos contra grupos guerrilleros, sino que fueron muertes selectivas en los cascos urbanos y veredas de supuestos milicianos, colaboradores de la guerrilla, delincuentes o consumidores de drogas.

José Ruperto García Quiroga, alias ‘El Gato’, quien tuvo temporalmente bajo su mando la zona del sur del Cauca, explicó que la orden que tenían sus hombres era “hacer limpieza en la vía Popayán-sur del Cuaca (Panamericana), porque habían muchos atracadores y la guerrilla hacía retenes. Los declaramos objetivo militar porque alteraban el orden que llevábamos en esa región”.

Sobre los asesinatos de personas por fuera de combate, el ex jefe militar y segundo al mando del Bloque Calima, Elkin Casarrubia Posada, alias ‘El Cura’, señaló que “siempre las autodefensas, donde operaban o controlaban el territorio, las personas que alteraran el orden o hicieran daño a la comunidad, eran muertos o echados del territorio”.

Bajo esos lineamientos, los urbanos -que eran los paramilitares instalados en los pueblos que vestían de civil y generalmente usaban armas cortas-, asesinaron a supuestos milicianos del Frente 60 de las Farc, ladrones de ganado del Eln, bandas que hurtaban vehículos para las guerrillas y delincuentes del común.

La mayoría de los familiares las víctimas rechazaron esas afirmaciones y recordaron a sus seres queridos como gente honrada y trabajadora.

Alias ‘La Muerte’ confesó que el 11 de mayo de 2002, en la vereda El Saque de Bolívar, él y alias ‘Cascarita’ asesinaron a tres hombres al que un informante encapuchado señaló como supuestos ladrones de ganado del Eln.

Las tres víctimas fueron ejecutadas cuando estaban tendidas en el piso bocabajo, por órdenes de alias ‘JC’.

Otra persona que fue asesinada porque, según las labores de “inteligencia” de los urbanos señalaban que tenía nexos con el Eln,fue el ex alcalde de Rosas Tulio Ernesto Valencia Mondragón, quien fue ultimado el 26 de marzo de 2002.

José Fernando Cardona, alias ‘El Gato’ -este es otro paramilitar que tiene el mismo apodo del ex jefe paramilitar García Quiroga-, confesó que él, alias ‘Pelirrojo’ y alias ‘El Loco’ le dispararon al ex mandatario cuando asistió a cumplirles una cita en un hotel del municipio de Rosas. “Se le da muerte porque era colaborador de los elenos. Decían que los elenos lo habían subido como alcalde”, señaló.

Meses después en ese mismo municipio, los paramilitares mataron a un joven que, durante la versión, reconocieron que fue asesinado equivocadamente. El 20 de julio en el corregimiento de Párraga, el ex jefe paramilitar alias ‘JC’ asesinó a Jimmy José Cruz Gómez, creyendo que pertenecía a una banda de atracadores, según la información que le dio uno de sus“informantes”.

Según contó alias ‘Bryan’, al día siguiente ‘JC’ dijo que se había equivocado y asesinado a un estudiante. El ex jefe paramilitar alias ‘El Gato’, reconoció que “como en toda guerra irregular, cayó mucha gente inocente”.

Los ladrones de vehículos también estaban dentro de los objetivos del Frente Farallones. El 13 de octubre de 2001 asesinaron a una persona en El Bordo porque “tenía azotado al pueblo robando carros”.

Otro caso ocurrió durante el Festival de Blancos y Negros que se celebraba en Timbío el 7 de enero de 2002, cuando fue asesinado un hombre conocido como ‘El Tubo’ en el parque principal de ese municipio.

Alias ‘Fosforito’ contó que esta persona fue señalada por alias ‘Cepillo’ como miembro de una banda de Popayán que robaba vehículos para la guerrilla, y por esa razón, alias ‘Andrés’ le disparó con un revólver.

Meses antes, en septiembre de 2001, los paramilitares asesinaron a una señora que supuestamente también hacía parte de esa banda de atracadores. Según lo contado por el urbano alias ‘El Gato’, a la señora le advirtieron en varias ocasiones que abandonara ese grupo delincuencial, pero finalmente fue asesinada por alias ‘Binomio’ porque no les hizo caso.

Uno de los paramilitares que señalaba a los supuestos milicianos y colaboradores de la subversión fue alias ‘Cascarita’, quien se pasó a las filas del Bloque Calima, después de haber militado en las Farc.

La limpieza de los paramilitares también incluía a consumidores de drogas. El 15 de agosto de 2001 en Timbío, el entonces jefe paramilitar alias ‘Cepillo’ ordenó asesinar a un hombre que iba pasando por un puente peatonal porque “consumía marihuana y bazuco”.

Según contó alias ‘Bryan’, el encargado de asesinarlo fue’ Andrés’, quien le disparó en varias ocasiones porque “hacían limpieza social contra los que alteraran el orden”.

Al ser cuestionado sobre los posibles nexos con las autoridades para cometer estos crímenes, ‘El Cura’ dijo que no tenía información de funcionarios porque de eso se encargaban los comandantes y coordinadores de cada zona, pero indicó que “a veces se coordinó con la fuerza pública que daba información de personas que capturaba y quedaban libres. Nos daban la información, nosotros actuábamos y los matábamos”.