La guaca perdida de los “paras” (Semana)

      
Tras la extradición de los jefes paramilitares, algunas de sus propiedades están siendo saqueadas, como en el caso de ‘don Berna’, y en otras se encuentran misteriosas caletas llenas de maletas vacías, como en el caso de Mancuso.
 Hacienda Camaguey en Valencia, Córdoba. Foto SEMANA

La hacienda Camagüey, en el municipio de Valencia, Córdoba, fue célebre por ser el sitio de reunión de fiestas y bacanales de varios jefes paramilitares. El primero que pasó por allí fue Fidel Castaño, fundador de estos grupos de extrema derecha. Luego estuvo Carlos Castaño, el que consolidó el proyecto paramilitar, y finalmente fue la sede de Diego Murillo, alias ‘don Berna’. Esta finca de 194 hectáreas, con dos casas campestres -con pisos en mármol y carpintería de maderas finas- y lago artificial, guardó muchos de los secretos de quienes pasaron por allí.

Pero decir que “sus muros guardaron secretos” en este caso es mucho más que una expresión. Al menos así lo evidencia una serie de excavaciones hechas en el solar de la casa y en medio de los extensos corredores. “Una vez se llevaron (extraditaron) a los ‘señores’, se fueron a cavar en busca de caletas de dólares”, dijo un lugareño para explicar la decenas de huecos en la propiedad, en declaraciones a El Meridiano de Córdoba, que publicó una crónica sobre el tema.

Es probable que el responsable de esto tenga que ver con las paredes rotas que se han encontrado en otras propiedades de ‘don Berna’ en Medellín. Parece que alguien está obstinado en encontrar algo que, intuye, el jefe paramilitar dejó oculto en alguno de sus bienes. Quizás una fortuna, o de pronto sus secretos.

Lo que está sucediendo con estos bienes coincidió con la noticia del hallazgo de una caleta en el apartamento del también jefe paramilitar extraditado Salvatore Mancuso. Tras un mueble de madera, y mediante un sofisticado sistema electrónico, destruido para poder ingresar, estaba un cuarto de dos metros cuadrados con 12 maletas que Mancuso usó para guardar sus valores.

No es nuevo que los delincuentes sólo confíen en caletas como el único lugar donde sienten que pueden guardar sus tesoros. Tampoco lo es que la mafia aplique sin reservas la expresión de que a rey muerto, rey puesto. De ahí que no sorprenda que ya sea por informantes, como en el caso de Mancuso, o por cazadores de tesoros perdidos, como en el de ‘don Berna’, se empiece a presentar este tipo de hallazgos.

Sin embargo, tras lo sucedido en los predios de estos jefes paramilitares hay una serie de enigmas que hacen que este sea un tema que merezca una revisión más allá del registro anecdótico.

En el caso de la hacienda Camagüey, despierta mucha inquietud el hecho de que además de los huecos dejados por los guaqueros, la finca haya sido desmantelada a pedazos. Ya no tiene sus equipos de aire acondicionado, ni los marcos de ventanas y puertas, ni sus mármoles. Nadie da razón de cuándo sucedió esto y menos de quién lo hizo. Es fácil con la escena pensar que fueron los vecinos de la finca, que aprovecharon la ausencia del ‘patrón’ para hacer justicia por mano propia. Pero esto no parece ser posible, pues el temor aún permanece en la región, entre otras por la presencia de personas motorizadas y con radios de comunicación que deambulan por allí sin que se sepa para quién trabajan.

Hay dos hipótesis sobre lo que sucede. La primera es que sea la misma gente de ‘Berna’, que aprovecha el desorden causado por la extradición. La otra es que sea otra de las estrategias que está utilizando el nuevo capo de las drogas, alias ‘don Mario’, quien estaba en guerra con el paramilitar extraditado. Pero, más allá de la posible vendetta, lo que sorprende es que a esta finca llegaron funcionarios de la Fiscalía, aunque nunca más se les vio por ahí, según le dijeron en la zona a El Meridiano. El propósito de la ocupación oficial es incautar la finca, extinguir su dominio y entregarla en el proceso de reparación de las víctimas del paramilitarismo. SEMANA consultó los archivos de la Dirección Nacional de Estupefacientes, que es adonde deben llegar todos estos bienes, y allí no aparece registrada. Si fue ocupada por la Fiscalía, ¿en manos de quién quedó?

En la finca aún está en pie un aviso que anuncia que el predio es sede de un proyecto piscícola, que bajo la tutela de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, se desarrollaría como parte de la reconciliación. Pero nadie conoce del proyecto más allá de lo que dice el anuncio.

Las maletas vacías

En relación con la caleta encontrada en el apartamento de Mancuso también hay varios hechos que despiertan inquietud. El primero es que el país sólo supo del operativo una semana después de que este tuvo lugar. El comandante de la Policía en Córdoba, coronel Óscar Atehortúa Duque, dijo a SEMANA que esto pasó porque querían precisar que unos planos encontrados en la caleta correspondieran a la finca entregada por Mancuso a las víctimas, y que además tenían información de inteligencia que les hacía pensar que de darse a conocer el hallazgo, se podría afectar una nueva información tras la que iban.

El segundo está relacionado con lo hallado en el escondite, 12 maletas vacías y un paquete de documentos no superior a las 100 páginas. Llama la atención que si el jefe paramilitar desocupó su caleta, como parece que sucedió, se le hubieran quedado traspapelados unos cuantos documentos. Esto haría pensar que para Mancuso era más valioso lo que sacó de su caleta, que lo que dejó. Las autoridades dicen que según un informante, allí se guardaban armas y dinero.

SEMANA conoció que entre lo encontrado en la caleta hay un documento que contiene el famoso Pacto de Ralito que tiene en la cárcel a varios congresistas, y está por establecerse si es el original del mismo. También hay información de al menos tres empresas, incluidos sus balances, que habrían tenido contratos con entidades públicas locales. E información sobre un barco de gran calado, recibos de compra de tres fincas, y un listado con nombres y la identificación de 16 predios en Córdoba, cuyas extensiones suman más de 3.500 hectáreas.

Uno de estos es la finca Nueva Delhi, donde Mancuso involucró a varios empresarios en un masivo proyecto de reforestación. Este inmueble es conocido porque el jefe paramilitar lo entregó como parte de la reparación que estaba dispuesto a hacer y en ella ubicó a varios de los que eran sus hombres. No obstante, el Fondo de Reparación nunca pudo ocuparlo pues tenía un contrato de arrendamiento, y luego fue asesinado quien era el beneficiado de dicho contrato. Además, no era claro cuáles eran los linderos del predio.

Por ahora, lo cierto es que aún el Estado no llega a las fortunas de los jefes paras. En sus guacas se sabe que, además de grandes cantidades de dinero resultado del narcotráfico, y de cientos de predios ganados en parte por la usurpación de los mismos, hay muchos secretos que para sus cómplices puede ser lo verdaderamente valioso.

Luego de la extradición de los jefes paramilitares, y en vista de los pocos bienes que han entregado, se ha querido presentar la incautación de propiedades como la gran respuesta para las víctimas que esperan ser indemnizadas. Sin embargo, de acuerdo con las estadísticas de la Dirección de Estupefacientes, no parece haber servido de mucho. Mientras que antes de la Ley de Justicia y Paz a los paramilitares se les incautaron 288 bienes, durante la vigencia de la misma, es decir desde hace cerca de tres años, sólo se han incautado 60 bienes. De estos a ninguno se le ha extinguido el dominio, pues es un proceso que tarda varios años.

Si ese ha sido el resultado hasta ahora, nada garantiza que hacia adelante vaya a ser efectivo el camino de la incautación. Por lo menos quedan dudas de su efectividad si se tiene en cuenta que aún no está en proceso de extinción el apartamento donde vivía Mancuso con su esposa, algo que era ampliamente conocido en Montería, y donde tenía su caleta. Además, si se suma a lo sucedido con la finca de ‘don Berna’, es válido el interrogante de quién está administrando estos bienes.

La guaca con la fortuna de los paras todavía sigue pendiente de ser hallada. No se sabe quién, pero ya hay gente buscándola. Y si el Estado no se mueve con agilidad, se le pueden adelantar.

Publicado en SEMANA 06/07/08