Víctimas exigen al Estado reconocer responsabilidad en Operación Mariscal

      

En el operativo militar murieron nueve personas, entre ellas tres menores de edad. La Policía y el Ejército usaron helicópteros, tanques y armas de largo alcance durante su incursión a la comuna 13 de Medellín. Colaboración de la Agencia de Prensa IPC.

operacion mariscal 1Manifestantes durante la decimoquinta conmemoración de la Operación Mariscal. Foto: Agencia IPC.“No queremos más balas, queremos paz. ¡Mariscal nunca más!”, fue la consigna que se escuchó durante el plantón para conmemorar a las víctimas de este operativo militar y policial realizado el 21 de mayo de 2002 en la Comuna 13, zona occidental de Medellín.

El evento se realizó en la plazoleta del Centro Administrativo La Alpujarra, centro de la ciudad. Allí se congregaron madres, hermanas e hijas de quienes fueron heridos, desaparecidos, asesinados o detenidos de forma arbitraria durante la operación.

“A ellos les rendimos memoria”, aseguró Margarita Restrepo, integrante de la Asociación de Víctimas Mujeres Caminando por la Verdad, organización social que llama la atención sobre sus familiares desaparecidos en el conflicto armado, entre ellos los de la Comuna 13.

“Buscamos que el Estado reconozca los hechos y que esas operaciones militares no se repitan nunca más; ni en la Comuna 13 ni en ningún lado”, dijo Restrepo.

Entre febrero y octubre de 2002 se realizaron cerca de 12 operaciones militares en la Comuna 13, por aquel año considerada zona dominada por grupos urbanos de las guerrillas del Eln, las Farc y los Comandos Armados del Pueblo (CAP). A cada operación se le asignó un nombre que era tomado de la primera letra de cada mes. Entre las más recordadas están las operaciones Mariscal, en mayo; Antorcha, en agosto; y Orión, en octubre.

Tras esta última, una de las más cruentas, Margarita perdió a su hija Carol Vanessa Restrepo, quien desapareció el 25 de octubre de 2002 junto a dos de sus compañeros de colegio, Cristian Adrián Castrillón Castrillón y John Jairo Durango Machado.

Con ese dolor y con la esperanza de encontrar algún día a su hija, Margarita recordó que hace 15 años los habitantes de la Comuna 13 salieron por las ventanas y las puertas de sus casas agitando sábanas y trapos blancos para pedir que las autoridades cesaran la Operación Mariscal.

“Hubo gente que sacaba por el techo palos con trapos blancos para que escucharan las súplicas de toda la población, pero ellos no escucharon, no les importaron los niños, los ancianos ni los animales”, denunció Margarita.

Mariscal dejó 9 personas muertas, entre ellas varios menores de edad; 38 civiles heridos; 7 miembros de la Fuerza Pública lesionados; así como 41 personas detenidas. Los barrios directamente implicados fueron 20 de Julio, El Salado, Las Independencias 1, 2 y 3, y Nuevos Conquistadores. La operación comenzó a las tres de la madrugada y duró cerca de doce horas. Por parte del Estado participaron en el enfrentamiento mil efectivos de la Policía, el Ejército, el DAS, la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), y funcionarios del CTI, la Fiscalía y la Procuraduría. El objetivo fue arrebatarles la hegemonía armada a las células insurgentes urbanas, uno de los últimos bastiones en la capital antioqueña.

Quitaron la luz y empezó el terror

operacion mariscal 2En frente de la sede de la Gobernación de Antioquia se realizó la jornada en memoria de los caídos en la operación militar de 2002. Foto: Agencia IPC.Blanca Nubia Correa Bedoya, integrante de Mujeres Caminando por la Verdad, estaba durmiendo en su casa cuando empezó el enfrentamiento. Recordó que llegaron los militares, cerraron las salidas de los barrios, atropellaron a la gente y tiraron gases lacrimógenos.

Cuando abrió la ventana de su casa para ver qué pasaba, un soldado la golpeó con el fusil y le ordenó cerrar de nuevo. “Yo me tiré hacia atrás, pare colchones y me metí con mis hijos al baño. En todo caso una bala atravesó y abrió parte del costado de la pared”, evocó Blanca Nubia.

El componente del Ejército que participó en la Operación Mariscal fue coordinado por el general Mario Montoya, en ese entonces comandante de la Cuarta Brigada del Ejército, y las unidades policiales por el coronel Leonardo Gallego, quien se desempeñaba como comandante dela Policía Metropolitana del Valle de Aburrá.

“Eso fue organizado por los agentes estatales y quien sufrió por el enfrentamiento y por las balas pérdidas fue la comunidad. Eso empezó a las tres de la mañana cuando entraron derrumbando los postes de energía y nos dejaron sin luz a toda la comunidad. O sea que no podíamos salir a las calles a defendernos de nada, nos tocó estar resguardados en las casas sin saber qué era lo que estaba pasando”, expresó Luz Helena Galeano, integrante del equipo coordinador de Mujeres Caminando por la Verdad.

Cuando empezó a hacerse de día, en medio de los primeros rayos del sol, empezaron a escucharse los gritos de socorro. “La gente comenzó a gritar que ayudaran a los heridos. Entonces vimos lo que estaba pasando y la gente ya empezó a coger sábanas, pañuelos blancos, y a subirse a los techos, a las terrazas o salir por las ventanas para gritar: ‘No queremos más balas, queremos paz’”, recordó esta mujer.

El uso indiscriminado de la fuerza por parte de los uniformados ocasionó la destitución del coronel Gallego tras una investigación adelantada por la Procuraduría General de la Nación, y llevó a que el Juzgado Tercero del Circuito de Medellín condenara en julio de 2009 a la Nación por estos hechos, tras la demanda que interpusieron los familiares de Martha Janeth Correa Murillo, muerta durante el operativo.

Además de esta mujer, otros ocho civiles murieron durante la operación militar y policial, se trata de Jorge Alexander Bustamante Goez, Juan David Vargas Pemberty, Luis Fernando Cardona, María Isabel Jaramillo Giraldo, Mara Cecilia Corpia, Wbeimar Zea Rojas, Wilmar Alfredo Muñoz y Yiset Adriana Tascón Olarte.

Tiempo después, en medio de los continuos enfrentamientos y operativos, Porfirio de Jesús Arenas, el esposo de Blanca Nubia, murió a causa de una bala perdida que lo impactó en el momento justo en que cerraba su taller de mecánica en el barrio 20 de Julio.

A Blanca le avisaron a las tres de la tarde de la muerte de su esposo. Más tarde se enteraría de la desaparición de su sobrino Juan Camilo Marulanda Bedoya, que tenía 15 años y era estudiante de bachillerato.

“Por eso estoy pidiendo que me digan la verdad, que digan por qué lo hicieron, por qué sucedió todo esto, por qué tanto atropello. Sobre todo, que esto no quede en la impunidad”, reclamó Blanca Nubia.

Lo que esperan ahora estas mujeres y sus familias es que, además de verdad, “con el acuerdo de paz logrado entre el gobierno nacional y las Farc haya justicia y garantías de no repetición”, expresó Luz Helena.

Blanca, por su parte, exigió una reparación colectiva e integral, pero, a su juicio, “no es reparación en dinero lo que exigimos, es la reparación integral de la familia, de nuestros seres queridos, del barrio, porque somos muchas las víctimas, no somos una ni dos, es todo el barrio el que ha quedado con el dolor, con la tristeza, con la desolación y bañado en sangre”.