El desfile tortuoso de las víctimas

      

Familiares de desaparecidos en Córdoba asistieron a la entrega de los restos de 48 personas asesinadas por los paramilitares que fueron identificadas por el CTI de la fiscalía. Gina Morelos periodista de El Meridiano de Córdoba estuvo allí y escribió sobre el momento que los familiares cerraban el capítulo de la desaparición y abrían el luto por sus muertes.



Por Gina Morelos para Verdad Abierta






Ene Luz Contreras entró al auditorio apoyada del brazo de una funcionaria de la Fiscalía y se ubicó en la silla de la última hilera, al fondo del frío e impersonal salón. Ensimismada, de seguro que en el pensamiento recurrente de su hijo asesinado por los paramilitares, de quien no dio su nombre, gemía mientras las demás víctimas de las Autodefensas que la rodeaban le abrieron espacio para quetomara aire. La mujer se desmayó y fue reanimada justo minutos antes de que entrara al recinto el fiscal General de la Nación, Mario Iguarán Arana.


Dos hileras delante de Ene Luz estaba Norys Solano Suárez, quien se levantó y se empinó para poder ver al pequeño hombre que instalaría la entrega de los restos óseos de su compañero, Pedro Nel Molina, acribillado el 16 de enero del 2000 cuando pescaba en la quebrada Uré, zona rural del San Jorge.


El fiscal Iguarán caminó pausadamente, vestía con sencillez, al fin y al cabo entregaría los restos de 48 personas que fueron asesinadas por los Bloques Héroes de Tolová y Vencedores del San Jorge, al mando de Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’ y Juan María Lezcano Rodríguez, alias ‘El Pollo Lezcano’. Todo ello fue posible luego de dos años de pesquisas que comenzaron con las exhumaciones de los cuerpos y terminaron con la identificación plena de las víctimas.


Para toda esa labor, la Unidad de Justicia y Paz y la Comisión de Investigación Criminal con sede en Córdoba, apoyados por personal de la Dijín y bajo la coordinación de la Subunidad de Exhumaciones de la Fiscalía, adelantaron diferentes investigaciones en el departamento, que llevaron a la ubicación de fosas ilegales y a la recuperación de los restos óseos de víctimas de los grupos armados ilegales que delinquieron en la región. Con base en la información preliminar y la exhumación de los cuerpos, se efectuó la identificación de las víctimas a partir de la toma de muestras de sangre o raspado de mucosa bucal, para el correspondiente cotejo de ADN.


Hasta ese momento muchos de los que estaban sentados allí, a la espera de la entrega de los restos, no entendían por qué todo el proceso se había demorado casi dos años, 24 meses de angustia.


La entrega
Era la primera vez desde que fue fundado el Centro de Convenciones de Córdoba, que el recinto se vestía de un luto impactante. Sobre mesones de madera perfectamente ordenados, cubiertos por manteles impecablemente blancos estaban dispuestos 48 osarios, adornados con pequeñas coronas florales.


Esa imagen fue la que le revolvió los sentimientos a Ene Luz Contreras, la inundó de lágrimas y la silenció durante los 90 minutos que duró la ceremonia. La mujer de edad revivió el duelo que le había tocado dormir en su alma, ya que cuando los paramilitares le mataron a su hijo, le prohibieron hacer el velorio. A ella como a muchos de los que estaban a la expectativa de recibir los osarios, les tocó en el pasado enterrar los cuerpos en cementerios escondidos, sin la oportunidad siquiera de entablar una denuncia ante las autoridades competentes. Si lo hacían, irían a parar a la misma tumba que cavaron para sepultar a sus hijos, esposos, padres y hermanos.


En la época de las Autodefensas el grupo criminal, no conforme con despojar de las tierras a los campesinos mediante la intimidación, los obligaban a trabajar para ellos en cultivos ilegales o de lo contrario eran asesinados o desplazados de sus lugares de origen. Los que no lograban sobrevivir fueron ultimados con armas de fuego, cercenados e inhumados en fosas clandestinas. A otros los lanzaban a los ríos como el San Jorge, o los abandonaban en las ramas de los árboles, donde la inclemencia del clima seco y árido los descomponía en su totalidad, además de que eran devorados por aves de rapiña.


El llanto lastimero de la mujer oriunda de ‘Bijao’ (municipio de Puerto Libertador) se convirtió en el susurro de una ceremonia en la que no faltaron ni los médicos ni las sicólogas ni mucho menos los pañuelos faciales que se repartieron como el ‘calientillo’ en las nueve noches. A manos de Norys Solano llegó la caja de Kleenex que le extendió con su mano la misma funcionaria que minutos antes había evitado que Ene Luz se derrumbara en el piso, mientras desesperadamente le hacía señas a los médicos que asombrados observaban las 48 cajitas mortuorias. Los galenos intentaban descubrir cuál de ellas tenía los restos del menor de 10 años que fue asesinado por los ‘paracos’.


Norys Solano se secó las lágrimas con el pañuelito y apretó con sus manos la foto de su hijo José Alfredo, el único recuerdo vivo que le dejó su compañero. El muchacho, por casualidades de la vida, cumplía la mayoría de edad el viernes 27 de marzo, día de la entrega de los restos de su padre. El joven, estudiante de 7º grado de bachillerato, no la acompañó porque ese día tenía clases en el único colegio de Río Verde, vereda de Puerto Libertador, a donde se fueron a vivir después del inolvidable 10 de enero de 2000, fecha en que asesinaron a Pedro Nel Molina.


La nostalgia se le atravesó en la garganta a Norys cuando el investigador del CTI, que leía el listado, la llamó a recibir lo que había quedado de su esposo. Apesadumbrada se levantó de la silla a la que decidió anclarse desde que llegó, huyéndole a los periodistas que acosaban a las víctimas con sus micrófonos, grabadoras y cámaras. Se lamentó de llevar una vieja camiseta rosada y no una blanca o negra, encogió su cabeza y clavó la mirada en sus pies, que como en una carrera contrarreloj aceleraron el paso para salir rápido de la tortura.
Sus manos le temblaron cuando recibió la corona, creyó que iba a desfallecer a mitad de un salón repleto de familiares de las víctimas y en frente de la gobernadora Marta Sáenz Correa, a quien conocía por los afiches que en tiempos electorales pegaron en el pueblo.


La miró de reojo para asegurarse de que era la misma mujer de la foto y para reparar una vez más al Fiscal, quien calmado se levantó para entregar el último osario a Margarita Manuela Osorio López, el cual contenía los restos de Wilmar Herrera Pacheco. La víctima estuvo enterrada por más de diez años en el cementerio de San Juan, municipio de Puerto Libertador, en una tumba que no tenía nombre.


Parecía llegar el fin de una ceremonia en la que 48 personas desfilaron como alma en pena por un salón ahogado en el silencio aplastante que arrancó muchas lágrimas. Algunos periodistas se unieron al duelo y decidieron, en contra de la voluntad de sus jefes, apagar las cámaras y retorcerse en las sillas exteriorizando su desacuerdo por la violación a la intimidad de un momento tan dramático. Quienes estaban en la primera fila, todos autoridades gubernamentales, respiraban hondo ansiando el final del acto, que era el preámbulo de otro similar que a escasas dos horas se realizaría en Medellín, en donde el Fiscal entregaría los restos de 53 víctimas más de las Autodefensas.


Para ese momento Ene Luz Contreras se había reincorporado casi que por completo gracias a una enfermera que le indicaba cómo debía seguir respirando para calmar la ansiedad y frenar el desasosiego. Norys, por su parte, buscaba con la mirada a su hermana Luz, para que le ayudara a entender por qué tantos años después no había aprendido a perdonar ni a reconciliarse con los que le habían quitado a su compañero y al padre de su único hijo.


La lista de las víctimas
1. Alejandro Rafael González Rojas. Su cadáver estaba sepultado
en el corregimiento de José, Puerto Libertador.
2. Argélida Rosa Sequeda Martínez. Puerto Libertador.
3. Azael Montes Pérez. Juan José, Puerto Libertador.
4. Bertilda Rosa Pérez Agámez. Puerto Libertador.
5. Camilo Fajardo Morales. Turbo, Antioquia.
6. Carlos José Alarcón Caro. Río Verde, Puerto Libertador.
7. Carlos Manuel Salgado López, Puerto Libertador.
8. Carlos Mario Pérez Berna. Arboletes.
9. Dalila Inés Quintero Sequeda. Puerto Libertador.
10. Daniel Vicente Ramos Hoyos. Uré, Montelíbano.
11. Delfin Antonio Casarrubio Oviedo. Santa Fe Ralito, Tierralta.
12. Domingo Armejo Casarrubio Oviedo. Santa Fe Ralito, Tierralta.
13. Edilberto Manuel Cantero Llorente. Pica Pica Nuevo, Montelíbano.
14. Edilberto Pérez Berna. Arboletes, Antioquia.
15. Eduardo Enrique Pérez Pereira. El Caramelo, Tierralta.
16. Emilson Antonio Guzmán Flórez. Torno Rojo, Puerto Libertador.
17. Eugenio José Vargas De la Rosa. Turbo, Antioquia.
18. Filadelfo Manuel Cordero Cruz. San José de Uré.
19. Fancisco Estebal Vidal López. Pica Pica, Puerto Libertador.
20. Fancisco Miguel Guzmán Martínez. Arboletes, Antioquia.
21. Germán Darío Patiño Morales. San Juan, Puerto Libertador.
22. Hugo Fernel Escudero. Pica Pica, Montelíbano.
23. Isabel María Gómez Álvarez. Puerto Libertador.
24. Iván Antonio Torres Tuberquita. Versalles, San José de Uré.
25. Jaime Fraternal Sibaja Gaviria, Tierradentro, Montelíbano.
26. Javier Alxander Monterrosa Beltrán. Purísima.
27. John Jairo Miranda Flórez. Juan José, Puerto Libertador.
28. José Cornelio Durán Marcelo. Uré, Montelíbano.
29. José Francisco Flórez Solano. Juan José, Puerto Libertador.
30. Luis Alberto Mejía Aldana. San Juan, Puerto Libertador.
31. Luis Carlos Rodríguez Pacheco. San José de Uré.
32. Luis Enrique Calderón Contreras. Tierradentro, Córdoba.
33. Luis Manuel Cordero Moreno. San José de Uré.
34. Luis Miguel González Barrera. San José de Uré.
35. Manuel del Cristo Ávila Díaz. Puerto Libertador.
36. Marco Tulio Alzate Tapias. Juan José. Puerto Libertador.
37. Miguel Dolores Caraballo Hernández. La Apartada
38. Miguel Francisco Cordero Barroso. Montelíbano.
39. Nalfi del Socorro Cuadrado Caraballo. La Apartada.
40. Omar José Alarcón Caro. Río Verde, Puerto Libertador.
41. Omar Tulio Martínez Osorio. Río Verde. Puerto Libertador.
42. Pedro Nel Molina Álvarez. San José de Uré.
43. Roberto Antonio Velásquez Márquez. Turbo, Antioquia.
44. Róbinson Flórez Solano. Puerto Libertador.
45. Sebastían Barbosa Cabrera. San José de Uré.
46. Santiago Manuel Ortiz Padilla. San José de Uré.
47. Ubaldo Manuel González Alemán. Juan José, Puerto Libertador.
48. Wilmar Herrera Pacheco. San Juan, Puerto Libertador.


Publicado en el Meridiano de Córdoba


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