Putumayo: retorno a las tierras cercadas por la guerra

      
El Valle del Guamuez sufrió por cuenta del narcotráfico y la disputa entre guerrilla y ‘paras’. Un juez de tierras ordenó garantías para el retorno a tres veredas desoladas por el conflicto.

  
El Placer es una de las siete inspecciones del municipio del Valle del Guamuez, en el sur del Putumayo. Fue tomada por los paramilitares de 1999 hasta 2006. Foto archivo Semana  

El 7 de septiembre de 1999 Carmenza* se escondió junto a sus hijas en una alcantarilla mientras terminaba el tiroteo en el pueblo. Ese día un grupo de paramilitares llegó buscando a presuntos colaboradores de las Farc que tenían en una lista, les gribana que todos se iban a morir por “sapos”.

Diez meses después, el 20 de junio de 2000, esta vez la guerrilla entró al pueblo y obligó a sus pobladores a salir a la calle, los acusó de colaborar con los paramilitares y les anunció que en la zona iba a haber enfrentamientos.

Cinco años después, el 7 de septiembre de 2005 no hubo advertencia. Guerrilleros y paramilitares se enfrentaron y la comunidad quedó en medio de la balacera. Aunque no hubo víctimas, el pueblo entero salió despavorido.

Las tres fechas corresponden a tres desplazamientos narrados por un habitante del municipio del Valle del Guamuez, ubicado en el sur del departamento, donde 8.000 personas salieron expulsadas por el conflicto entre 1997 y agosto de 2010, según el antiguo Registro Único de Población Desplazada, Rupd. En este mismo lugar, 326 familias han solicitado ante la Unidad de Restitución de Tierras -el organismo creado por la Ley de Víctimas para documentar los casos de despojo-  que el Estado les devuelva las casi 5.000 hectáreas que abandonaron por el conflicto.

En mayo de 2013, el Juez Primero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Mocoa ha proferido nueve sentencias, la mayoría en favor de mujeres reclamantes de tierras en las veredas La Esmeralda, Los Ángeles y Mundo Nuevo de la inspección de policía de El Placer, en el municipio del Valle del Guamuez, así como en las veredas El Carmen y La Cofanía, en la inspección La Castellana, del municipio de Villagarzón, más hacia al centro del departamento.

El Juez de Tierras ordenó a las autoridades la entrega formal o la titulación -para el caso de baldíos- de 139 hectáreas a 24 familias que abandonaron sus predios entre 1999 y 2006 tras la violencia desatada por guerrilleros y paramilitares. Las sentencias también ordenaron a las autoridades que ofrezcan garantías para el retorno de las comunidades, y prioridad para que las familias accedan a créditos y puedan hacer productivos sus predios.

La coca y los primeros armados
La historia del Valle del Guamuez está marcada por el boom petrolero y cocalero que comenzó en la región en la década de 1970. El libro El Placer: mujeres, coca y guerra en el Bajo Putumayo del Centro Nacional de Memoria Histórica reconstruyó cómo fue el conflicto en esta región de la altillanura amazónica, conocida como la del Bajo Cauca, entre la que se encuentra otros municipios como Puerto Asís, Puerto Caicedo, Orito, San Miguel y Puerto Leguízamo.

Según lo documentó Memoria Histórica, la explotación petrolera comenzó en 1963 con la llegada de la Texas Petroleum que en 1979 fue reemplazada por Ecopetrol. En los años 80, en el departamento ya había cultivos de coca pero estos se multiplicaron en la década siguiente por el desplazamiento cocalero tras las fumigaciones con glifosato en 1994 a los cultivos en Guaviare y en 1996 a los de Caquetá.

Putumayo entonces se convirtió en un lugar atractivo para los grupos armados. El primer grupo en hacer presencia en la región fue el M-19, que entre 1980 y 1982 rondó principalmente por Mocoa y Villagarzón. En 1983, el Epl montó el Frente Aldemar Londoño que se enfocó en la extorsión a la explotación petrolera, y en 1984 lo hizo las Farc con el Frente 32, comenzando por Mocoa.

En 1987, huyéndole a la Policía Antinarcóticos que hacía sus primeras operaciones en el Magdalena Medio, el narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha alias ‘El Mexicano’ con ayuda de su colega de Caquetá, Leonidas Vargas, montó un laboratorio para el procesamiento de cocaína que comenzó siendo custodiado por la guerrilla. En poco tiempo cambió de parecer y comenzó a financiar a grupos paramilitares. Sus aliados eran las Autodefensas de Puerto Boyacá, el grupo paramilitar de Henry Pérez entrenado en los 80’s por mercenarios en el Magdalena Medio.

Para 1990, ya habíaen la zona diversos actores armados. Por un lado, los paramilitares que hacían llamarse Masetos y Combos; y por otro, las Farc, que tras la desmovilización del ‘Eme’ y del Epl aumentó su presencia con más frentes, entre ellos el 48. Ambos tras el negocio de la droga comenzaron una disputa por el territorio. La puja es ganada por la guerrilla en 1991.

“Los frentes 32. 13 y 26 de las Farc atacan ElAzul (laboratorio y base paramilitar financiada por Gacha) y en 1991 expulsaron a Masetos y Combos de la región. Tras la expulsión, las Farc se consolida en el Bajo Cauca con la creación en 1991 del Frente 48 en jurisdicción del Valle del Guamuez”, señala el informe de Memoria Histórica.

Entre 1994 y 1995 el movimiento campesino no aguantó más las fumigaciones con glifosato que se extendieron por el sur del país y convocó a un paro cívico que movilizó a por lo menos 5 mil personas. Los ojos del Estado estaban lejos de las necesidades de la población. Los campesinos “también exigían vías, electrificación, salud e inversión de las regalías del petróleo en obras priorizadas por los municipios”, señala el informe.

El terror paramilitar
Hasta finales de la década de los 90 el territorio fue controlado por la guerrilla. El 17 de diciembre de 1996 los hermanos Carlos y Vicente Castaño convocaron a una reunión en Córdoba para exportar el modelo paramilitar de Córdoba a otras regiones del país. El sur estaba sin duda en la lista por su interés en controlar el negocio del narcotráfico.

A partir de las confesiones de varios  ex paramilitares, entre ellos el de Carlos Mario Ospina alias ‘Tomate’, la Fiscalía 27 de la Unidad de Justicia reconstruyó la llegada de los paramilitares al Putumayo. A finales de 1997 llegaron los primeros 20 hombres que se instalaron en Puerto Asís a cargo de Rafael Londoño Jaramillo alias ‘Rafa Putumayo’.

Los paramilitares se instalaron en la hacienda Villa Sandra y en la finca Santa Clara, conocida esta última por los paramilitares como ‘La Bola’, ubicadas a pocos metros de la base militar del municipio. Con el tiempo más paramilitares entrenados en las fincas de los Castaño en San Pedro de Urabá (Antioquia) llegaban al Putumayo. (Lea: Así entraron los ‘paras’ al sur del Putumayo).

En 1998, el grupo paramilitar comenzó a delinquir en zona rural de Puerto Asís desde el kilómetro cinco al nueve, así como en las veredas La Danta, El Águila y Quirilí. El comandante general era ‘Rafa Putumayo’, su segundo era William Danilo Carvajal Gómez alias ‘Daniel’ y el comandante militar era Fredy Alexis Rivera alias ‘Camilo’. (Lea: “Nos disfrazábamos de guerrilleros para masacrar”: alias ‘Pipa’)

“Muerte a los auxiliadores de la guerrilla. Por la limpieza social. Atentamente: los paracos”. Estos fueron los primeros mensajes que aparecieron pintados en las paredes del Valle del Guamuez anunciando la tragedia. La primera incursión del grupo enviadopor Castaño ocurrió el 9 de enero de 1999, cuando en la inspección de El Tigre masacraron a 28 hombres, cuyos cuerpos en su mayoría fueron lanzados al río Guamuez.

Para ese año el grupo paramilitar ya había llegado a los 100 hombres. El  9 de noviembre de 1999 fue la segunda incursión de los paramilitares y su ‘bautizo de fuego’ como Bloque Sur Putumayo. Se dividieron en dos grupos a los quellamaron El Cazador y El Destructor para tomarse  La Dorada, la cabecera municipal de San Miguel, y El Placer, una de las siete inspecciones del Valle del Guamuez. En este lugar masacraron a 11 personas a plena luz del día. Desde ese día, los paramilitares se instalaron en El Placer con el pretexto de exterminar al Frente 48 de las Farc. (Lea: Desmovilizado contó cómo fueron las masacres de El Placer y La Dorada)

El Bloque Sur Putumayo se extendió a La Hormiga, así como a veredas de El Placer como La Esmeralda, Los Venados, Las Brisas, San Isidro, Costa Rica, El Bañadero, Las Vegas, Los Ángeles y Puerto Amor, donde instalaron una base.

En el caso del Valle del Guamuez, “las veredas circundantes, situadas a escasos minutos del pueblo, fueron escenario de constantes y cruentos enfrentamientos armados con el Frente 48 de las Farc. El Bloque Sur Putumayo situó entonces una base paramilitar en medio de una zona de abierta disputa armada con la guerrilla”, indica el informe de Memoria Histórica.

Varios relatos de las víctimas ante el Juez de Tierras de Mocoa ponen en evidencia los constantes enfrentamientos entre los dos bandos, y la tragedia de la comunidad.

“El 20 de junio de 2000 salimos desplazados. La guerrilla hacia presencia en la zona. Nos citaron a una reunión y nos dijeron que teníamos que salir porque pelearían con los paramilitares y que no iban a responder por la vida de la gente. Antes de esa reunión, los paramilitares llegaban y pedía el agua de la casa para lavar ropa… Después de esa reunión decido desplazarme. Nos fuimos a la Hormiga pero al  mes regresamos porque no teníamos a dónde ir, ni de qué vivir”, dijo un campesino.

Los enfrentamientos continuaron. El 21 de septiembre de 2000, los paramilitares incursionaron de nuevo La Dorada y se quedaron ahí después de cometer otra masacre. Ese mismo año se tomaron Puerto Caicedo, Villagarzón y El Tigre.

Como repercusión el desplazamiento aumentó en el Valle del Guamuez. Según el antiguo registro de desplazamiento, entre 1999 y 2002 se disparó de forma progresiva: en 1999 las personas desplazadas del municipio fueron 380; en 2000 fueron 2.923 personas; en 2001 la cifra subió a 3.218 personas, y en 2002 a 4.537.

La Unidad de Justicia y Paz documentó que el entonces jefe paramilitar ‘Rafa Putumayo’ comenzó a tener diferencias con Vicente Castaño y que a partir de 2002 el Bloque fue ‘comprado’ por el narcotraficante Carlos Mario Jiménez alias ‘Macaco’, como un brazo del Bloque Central Bolívar.

Durante el juicio de tierras, varias víctimas contaron que los enfrentamientos continuaron, siendo el 7 de septiembre de 2005 una fecha que todos recuerdan. “A nosotros nos obligaban a colaborar con los paramilitares y nos decían que éramos unos sapos de la guerrilla. Ese día nos amenazaron con que nos iban a matar. Ese día el bombardeo duró cuatro horas, lo que nos obligó a salir hasta El Placer con lo que teníamos puesto”, contó un habitante que vivía en la vereda Los Ángeles.

El Bloque Sur Putumayo, que llegó a tener 800 hombres y dejó por lo menos 5.500 víctimas según los registros de Justicia y Paz, se desmovilizó el 1 de marzo de 2006  en Puerto Asís.
 
“Usted es un colaborador”
En el Valle del Guamuez lo que hubo fue un abandono masivo de tierras, tras los constantes enfrentamientos de la guerrilla y los paramilitares ensu disputa por el territorio entre 1999 y 2006. El Centro de Memoria Histórica, a partir de los relatos de las víctimas en la región, reconstruyó cómo se configuró el territorio: las veredas más cercanas a la inspección de El Placer eran hostigadas por los paramilitares y las más alejadas por la guerrilla. En la mitad, hubo fuego cruzado tildando a las comunidades de toda la zona como colaboradores de cualquier bando.

“En esa lógica, los centros poblados más retirados fueron zonas de efectiva presencia de las Farc. Los habitantes de Alto Guisía, Costa Rica, Mundo Nuevo, en la inspección de El Placer, y El Empalme y Siberia, en el municipio de Orito, se cruzaban constantemente con combatientes del Frente 48. Las áreas rurales que rodean esas veredas eran zonas de habitación y tránsito de la guerrilla. Por su parte, Los Ángeles, La Esmeralda y San Isidro, veredas contiguas al casco urbano de El Placer, fueron escenarios de cruentos enfrentamientos armados entre guerrilla y paramilitares”, señala el informe de Memoria Histórica.

Los testimonios de las víctimas narran los diversos desplazamientos y los señalamientos a que fueron sometidos con más intensidad durante los siete años de guerra. “Nos tocó soportar por espacio de dos horas tendidos en el suelo hasta que logramos tomar nuestros documentos. Los pusimos en una talega y como pudimos nos arrastramos hasta salir de la casa, por temor a que nos fueran a confundir con paramilitares o guerrilleros y nos mataran, arrastrándonos llegamos hasta el camino y cogimos transporte hasta la Esmeralda. De ahí nos dirigimos a La Hormiga”, contó un campesino durante el juicio de tierras.

En la mayoría de los relatos, las víctimas contaron que  se desplazaron hacia La Hormiga, ubicado a treinta minutos en carro, o hacia Nariño, donde tenían familiares. En muchos casos las autoridades no les recibieron la denuncia de desplazamiento, y en otros, prefirieron no inscribirse en el registro oficial por miedo a que los mataran. “Denuncié los hechos en la Personería de La Hormiga pero me negaron la inscripción”, dijo un habitante durante el juicio. Otra víctima contó: “Yo no quería meter papeles como desplazado porque los paras decían que los que estuviera como desplazados los mataban. Y los que volvían también”.

Sin embargo, la situación de gran parte de los habitantes del Valle del Guamuez fue retornar bajo miedo porque no tenían dónde vivir. Por eso, le insistieron al juez que ordenara la formulación de Plan de Retorno que garantice no sólo su seguridad sino permanencia en la región.

*Nombre cambiado por razones de seguridad