Zona Veredal de las Farc en Policarpa, entre acuerdos y desacuerdos

      

Habitantes de este municipio del departamento de Nariño ya empezaron a sustituir sus matas de hoja de coca, pero las ayudas no son suficientes; allí esperan que mejore la atención en salud y le piden a las Farc que detenga la deforestación en los nacimientos de agua.

zvtn policarpa 1Al llegar a la Zona Veredal, las Farc repartieron camisas de la Selección Colombia que, al respaldo, tienen un mensaje en apoyo al proceso de paz. Foto: María Clara Calle.Madrigal es un corregimiento del municipio Policarpa oculto entre las montañas nariñenses. Allí, en el cerro de La Paloma, en lo alto de la vereda Betania, se concentran poco más de 200 guerrilleros de las Farc en la Zona Veredal Transitoria de Normalización, quienes pretenden retornar a la legalidad y dedicarse, la mayoría de ellos, a la actividad política sin armas.

Como en casi todas las 26 zonas veredales donde hoy se concentran las Farc, en Madrigal los insurgentes también se enfrentan a fuertes atrasos en la adecuación del espacio donde pasarán, por lo menos, seis meses, preparándose para reincorporarse a la vida legal.

Un río cercano que se desprende del cerro de La Paloma es el que abastece a Madrigal y otros corregimientos cercanos, como Ejido. De allí están tomando el agua los guerrilleros. Según Adolfo León, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) del corregimiento, eso no es ningún problema, siempre y cuando dejen de cortar los árboles que hay cerca de la bocatoma.

“Si ellos talan ese cerro, quedamos sin agua. Ellos se van dentro de seis meses o cuando sea, pero el problema le queda a la comunidad”, se queja León. Los campesinos ya le presentaron una queja formal a la Gobernación de Nariño.

La respuesta a la inconformidad de los labriegos dada por ‘Ramiro Cortés’, comandante del Frente 29, fue simple: deforestaron para construir sus ‘cambuches’ porque hasta ahora el gobierno nacional no ha llevado los materiales necesarios para acondicionar la Zona Veredal.

Y además, se quejan los insurgentes, lo poco que se ha hecho, se ha hecho mal. Allí se han construido la zona común, donde están los baños, el comedor y un pequeño centro de salud, pero hasta el momento pocos utilizan esos espacios.

“El gobierno escogió un sitio de manera unilateral, mandó un contratista y se puso a construir en una zona donde no están los guerrilleros. El lugar es imposible para la guerrillerada porque tendría que bajar 1.5 kilómetros a bañarse o hacer necesidades fisiológicas”, explica ‘Ramiro Cortés’. El tramo es un antiguo camino de herradura por el que se puede caminar fácilmente en verano, pero en temporada de lluvias se convierte en un lodazal casi imposible de atravesar.

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Lo que sí hay en la zona campamentaria es un terreno explanado a pico y pala donde serían los campamentos, según el diseño concertado entre el gobierno nacional y las Farc. Por el momento, los guerrilleros lo convirtieron en una cancha de fútbol. “Nos tocó armar ‘cambuches’ en lugares diferentes para que, cuando vengan a construir, tengan el espacio donde hacer las edificaciones pendientes”, dice ‘René Hertz’, guerrillero que perteneció al Frente 30 y quien fue designado por las Farc para coordinar esta Zona Veredal.

Pero las contradicciones van más allá y se reflejan, también, en la vía de acceso que conduce de Policarpa al área de concentración de los guerrilleros. Carlos Córdoba, gerente de las zonas veredales por parte del gobierno nacional, confiesa que ese tramo “es uno de los casos más complicados que tenemos”.

El gobierno nacional planea mejorar la vía que va desde Madrigal hasta la Zona Veredal, pero la queja de Pablo Pardo, coordinador de las zonas veredales por parte de la Gobernación de Nariño, es el centralismo en la llamada paz territorial. Y la muestra es que el precio inicial se estimó en 1.400 millones de pesos porque los programas se pensaron desde Bogotá.

El funcionario alega que el precio subió porque calcularon llevar desde Pasto el recebo, que es un material de piedra especial para la adecuación de vías. Sólo el transporte costaba 700 mil pesos;mientras que si el material se tomaba en el mismo corregimiento valía 20 mil pesos.

Al respecto, Córdoba explica que la cantera legal más cercana quedaba a 100 kilómetros, pero ya están tomando cartas en el asunto: “Acompañamos a la alcaldesa para que solicitara a la Agencia Nacional de Minería que hiciera un levantamiento para otorgar licencias a las canteras más cercanas”.

Pese a esto, Pardo insiste en la necesidad de articular más las decisiones y explica que sólo desde el pasado 31 de enero vincularon a la Gobernación de Nariño a los trabajos relacionados con las zonas veredales: “Nariño ya tiene un proceso social histórico, consolidado en los últimos años a través de la Agenda de Paz que tenemos en 62 de los 64 municipios y un plan estratégico que explica qué hacer para la construcción de paz territorial. Pero siguen viniendo del centro para ver qué podemos hacer cuando nosotros la tenemos clara”.

La salud, por resolver

Otro de los temas que genera expectativas entre las comunidades y los guerrilleros de las Farc es el acceso a la salud. León, el líder comunal de Madrigal, aspira a que la presencia de la Zona Veredal contribuya a mejorar el servicio, pues sólo hay una auxiliar de enfermería en un centro de salud en regulares condiciones para los cerca de 7 mil habitantes que hay en el casco urbano y las veredas, contando los cosechadores de hoja de coca, una población flotante.

“De la EPS de Policarpa nos envía una brigada médica dos días al mes. Es más fácil ir a la droguería para que el regente le diga uno qué se toma”, dice el presidente de la JAC.

Los recursos también son pocos. El hospital de Policarpa recibió 15 millones de pesos para insumos que deben alcanzar para atender a la población y a los guerrilleros. “Si por ejemplo se usó algún insumo para el triaje de la guerrilla, se repondrá. No se limitarán más los centros de salud y los insumos es para que se beneficie la gente”, precisa Pardo.

Este funcionario cuenta que la Gobernación de Nariño ya pidió una ambulancia para enviar a Policarpa y así resolver las urgencias médicas que se presenten e insiste que todo será sin “afectar más” el Estado Social de Derecho.

En la Zona Veredal la atención en salud tampoco es efectiva. VerdadAbierta.com conoció que desde que las Farc se instalaron allí, por lo menos una guerrillera tuvo que salir de urgencia para encontrar ayuda médica sin la autorización ni el acompañamiento del Mecanismo de Monitoreo y Verificación que, según el Acuerdo de Paz, es el encargado de vigilar que todo funcione al pie de la letra, incluyendo la salida y entrada de los insurgentes bajo ciertas restricciones.

‘René Hertz’ no habla de ese hecho, pero sí afirma que hay entre 50 y 60 guerrilleros por fuera: “unos vendrán y otros se quedarán en sus áreas porque no pueden abandonar a sus familias y aquí queda difícil recibirlos con familiares”. Una de las razones de su ausencia es porque están lisiados a causa de la guerra y no tienen cómo atenderlos.

Cocaleros, a la expectativa

Quienes también están a la espera de resultados concretos son los cultivadores de hoja de coca para uso ilícito. Alrededor de la Zona Veredal se observan sembradíos que, por décadas, han sido casi el único sustento de los campesinos. “Esta zona es 99 por ciento coquera, pero todo el mundo está a la expectativa y habla de erradicación”, cuenta León, el presidente de la JAC del corregimiento.

En busca de alternativas, el pasado 4 de marzo, campesinos de 22 municipios de Nariño, entre ellos Policarpa, congregados en la Coordinadora Nacional de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana (Coccam), pactaron con la Dirección de Atención Integral en Lucha contra las Drogas de la Presidencia de la República un acuerdo para sustituir voluntariamente los cultivos ilícitos.

En el documento quedó consignado que se establecerían varios cronogramas para que las asambleas comunitarias se reúnan con las personas que quieren aplicar a la sustitución voluntaria y, así, recibir los beneficios pactados en el Acuerdo de Paz firmado con la guerrilla de las Farc.

“A la realización de las asambleas comunitarias y con ellas la suscripción de acuerdos y compromisos comunitarios se dará paso a la sustitución voluntaria como alternativa frente a la erradicación forzosa”, puntualiza el Acuerdo.

León explica que, en efecto, en Madrigal se está socializando el Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS) pactado en el Acuerdo de Paz.

Pero las primeras erradicaciones no vinieron por cuenta del PNIS. En octubre del año pasado se arrancaron las primeras matas de hoja de coca en un radio de tres kilómetros de la actual Zona Veredal para cumplir con el acuerdo de que las Farc no se congregarían donde hubiese cultivos para uso ilícito.

Pese a la voluntad de los cocaleros, las promesas que les hicieron quedaron a medias. “Les prometieron un proyecto productivo, pero les llevaron un sólo mercado y tres millones y medio por familia. Les iban a dar un subsidio mensual, pero no llegó nada”, se lamenta León, quien asegura que la próxima ronda para arrancar las matas de hoja de coca se hará en el cuarto kilómetro circundante de la Zona Veredal, lo que afectaría por lo menos a 300 familias.

Entre las Farc y el Estado

La gran preocupación ahora es qué puede pasar una vez la Zona Veredal se acabe, tras los seis meses acordados entre el gobierno nacional y las Farc. León destaca que su comunidad ha estado sometida a un abandono histórico por parte del Estado, por ello espera que este proceso le pueda dejar proyectos de desarrollo al corregimiento que se distancien de la ilegalidad en la que han vivido.

En corregimientos como Madrigal, a más de tres horas por carretera destapada desde la vía principal más cercana, la autoridad ha oscilado entre la Fuerza Pública, cuando ha llegado, y la guerrilla de las Farc.

En aquellas montañas aún recuerdan cuando la guerrilla mandaba. “A partir de las 5 de la tarde las Farc imponían un toque de queda y cerraban las cadenas del pueblo que quedaban en el barrio El Golfo, arriba en la Cuchilla y en la salida de Santa Cruz”, evoca León, quien también reconoce que por mucho tiempo los caminos estuvieron deshierbados porque la guerrilla ponía en esa tarea a “todo borracho que andara por las veredas” durante el toque de queda.

Hubo un tiempo en el que la comandante ‘Tatiana’ del Frente 29, que hacía presencia en la región, prohibió la prostitución e impuso millonarias multas para todos los hombres casados que tuvieran una amante. Las sanciones económicas impuestas a las comunidades se utilizaron, según el presidente de la JAC, en la construcción de la casa de la cultura de Madrigal.

Pero no siempre la guerrilla tuvo el control social y territorial. Desde el año 2003, ingresaron comandos paramilitares del Bloque Libertadores del Sur de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) a disputárselo a las Farc. El objetivo no sólo era forzar su repliegue, sino controlar los cultivos de hoja de coca para uso ilícito y el corredor que lleva al río Patía, a través del corregimiento Sánchez, usado para sacar la droga hacia los centros de acopio ubicados en los manglares de la zona costera nariñense.

Tras la desmovilización del Bloque Libertadores del Sur, en febrero de 2006, las Farc comenzaron un proceso de retorno que duró varios años, entre otras razones porque se debió enfrentar a grupos criminales posdesmovilización. Estimaciones del Sistema de Alertas Tempranas (SAT) de la Defensoría del Pueblo señalan que el grupo guerrillero se posicionó en las zonas rurales de Policarpa en 2013.

Durante 2016, tras la inminencia de la firma del Acuerdo Final, los frentes 8 y 29 se concentraron cerca de Madrigal para preparar su ingreso a la Zona Veredal, que se logró a principios de este año. Su llegada estuvo acompañada de los pobladores, quienes enarbolaron banderas blancas como gesto de apoyo al proceso.

Ahora que las Farc están en la zona, la comunidad parece seguir dispuesta a colaborarles. Evidencia de ello es la ayuda prestada por algunos pobladores para solucionar un fenómeno que pronto será problema en el lugar donde duermen los guerrilleros: las basuras.

Durante la guerra, los insurgentes la enterraban en las montañas, pero nunca habían sido tantos reunidos como ahora. Según ‘René Hertz’, “en una concentración tan grande se va volviendo insostenible porque se va llevandomucho terreno”.

Pardo, de la Gobernación de Nariño, cuenta que están desarrollando un plan de reciclaje que cuenta con ayuda de las comunidades, que se prestó para recoger los residuos no orgánicos y distribuirlos en diferentes lugares de la región, mientras que los orgánicos irían a un centro de compostaje construido con la asesoría de la Secretaría Departamental de Medio Ambiente. “Es la solución que queremos”, asegura el presidente de la JAC.

De acuerdo con León, hasta ahora no le ven nada de malo a que haya una Zona Veredal en su corregimiento. Pero la insistencia es la misma cada vez: esperan es que esto genere algún cambio para las comunidades en temas como la sustitución de cultivos ilícitos, conexión vial y atención en salud. Como mínimo, dice, “que la presencia de los guerrilleros no les quite lo poco que han conseguido”.

Por ahora la Zona Veredal ha atraído funcionarios de gobierno regional y nacional, expertos, periodistas y toda clase de foráneos. Tal población está dinamizando la economía en asuntos tan simples como el suministro de alimentos. “Para nosotros es un cambio grande porque está viniendo gente y hablan de Madrigal”, dice el presidente de la JAC, con algo de satisfacción.