“Tras tantos años de guerra, hay un silenciamiento”

      

El director de la Fundación para la Libertad de Prensa, Pedro Vaca, señala que es evidente la fragilidad de los medios en las zonas clave para el posconflicto y alerta que este hecho puede afectar el escrutinio social de la implementación de los acuerdos de La Habana.

pedro bacca flipPedro Vaca, director de la Flip, organización que cumple 20 años en 2016 y que ha realizado varias investigaciones sobre las circunstancias en las que se ejerce el periodismo en zonas de guerra en Colombia.Además de los evidentes problemas de violencia que viven los periodistas en las zonas de conflicto, el abandono estatal y los intereses políticos han afectado sensiblemente la situación de los medios de comunicación y, en general de libertad de prensa en estas regiones del país.

Aunque el Gobierno y las Farc se han referido al tema de los medios de comunicación, e inclusive llegaron a un acuerdo para fortalecer los medios comunitarios, las difíciles condiciones en las que se ejerce el periodismo en estas zonas no fueron tenidas en cuenta en profundidad en la agenda de negociación.

La Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, ha realizado por dos décadas varios estudios relacionados con el tema de censura y violencia contra la prensa en todo el país y en la actualidad realiza una investigación para recoger información en detalle sobre la cantidad y características de los medios en varias regiones del país, muchas de ellas marcadas por la guerra. El lunes 9 de febrero, La Flip estrena el documental ‘En el Medio: Los silencios del periodismo colombiano’ que documenta las dificultades que viven los periodistas en estas zonas.

VerdadAbierta.com habló con Pedro Vaca, director de la Fundación, sobre la situación de la libertad de prensa y la importancia de fortalecer el periodismo en estas zonas para garantizar una veeduría sobre los procesos y recursos que se ejecutarán en el llamado posconflicto.

VerdadAbierta.com: Hay una expectativa muy grande por los efectos que puede traer la firma del proceso de paz con las Farc, especialmente en las zonas en las que la violencia no ha disminuido. ¿Están los medios en esas regiones preparados para cubrir lo que se viene?

Pedro Vaca: “Se va a pedir demasiado y se va a poner el foco sobre unas regiones que no tienen la infraestructura para garantizar una buena deliberación y un buen escrutinio público. No puede haber un desarrollo democrático si no hay una arquitectura de medios de comunicación medianamente robusta que pueda informar ala gente si las cosas se están haciendo bien o mal.  
Tengo un temor profundo de que la gran inversión de recursos que se vaya a hacer termine convirtiéndose en un carrusel por falta de instrumentos que hagan control ciudadano”.

VA: ¿Cuál es la situación general de los medios de comunicación en esas regiones?

PV: “Tras tantos años de guerra hay un silenciamiento en los medios. Hay una frase de un informe de la Flip que explica muy bien la situación: ‘La censura llegó para quedarse’.  Se domesticaron los discursos, los periodistas ya saben qué ampollas no tocar y las evaden.

Hablar de conflicto en esas zonas es muy complicado. La cuota de sangre ha sido enorme.  Cuando uno tiene casos como los de la Voz de la Selva en Florencia en la qua en menos de tres años asesinaron a tres directivos el mensaje de silenciamiento es poderoso. Por ejemplo, por un lado son comunes los panfletos de las guerrillas estigmatizando a periodistas por las maneras como dicen las cosas y por el otro que en brigadas militares se sugiera en ruedas de prensa que no se publique nada de paros armados porque se está haciendo apología o apoyando terroristas.

VA: Es evidente que en zonas apartadas, en las que no hay mucha presencia del Estado y el conflicto no ha mermado tampoco hay mucho espacio para el periodismo. ¿Quiénes son los dueños de los medios en esas zonas?

PV: “Hay una cooptación de lo poquito que hay, suele ser de alguien que está afiliado a una forma de ver la realidad.  Si uno va a ver quiénes son los dueños de las emisoras en casi todas las regiones de conflicto, es gente que tiene un árbol genealógico que coincide con el de los grandes empresarios o los políticos de esas regiones. Al ser tan hegemónicos esos poderes, se afecta la posibilidad de ser crítico con los asuntos de interés público local. Dudo que en el Casanare haya mucha producción periodística relacionada con la extracción de petróleo y la inversión de regalías”.

VA: ¿Existen regiones en el país totalmente huérfanas de medios de comunicación?

PV: “En algunos lugares nunca se dejó nacer nada. En Miraflores, Guaviare, por ejemplo apenas hay una emisora, pero lo más grave es la invisibilidad de esas zonas. La gente si acaso recuerda que allá hubo una toma militar, pero no se sabe nada de los problemas que tienen sus habitantes, no solo porque no tienen medios locales, sino porque los nacionales no tienen en cuenta esas regiones.

Es clave el rol de los medios nacionales en el cubrimiento de lo que pasa en estos municipios.  Lugares como el Caquetá solo se vuelven relevantes para el país cuando renuncia un funcionario por corrupción o cuando matan unos niños”.

VA: Pero es difícil que los medios nacionales abran espacios para cubrir las dificultades particulares de todas las regiones del país, ni siquiera en las que son clave para el posconflicto. ¿Qué se puede hacer para reducir esa invisibilidad?

PV: “Hay otros modelos. Los canales de televisión pueden buscar fórmulas, por ejemplo con la TDT (Televisión Digital Terrestre) pueden dividir señales para lo local y lo nacional, pero eso implica que deben crear una infraestructura más fuerte de la que tienen en esas zonas.  La idea es que el trabajo local de los medios permita que haya mayor deliberación pública regional.

Si se van a hacer carreteras de cuarta generación en las zonas de posconflicto, cómo seva a hacer un escrutinio sobre las inversiones que vienen a romper una frontera  agrícola, a permitir un flujo de personas, bienes y servicios de estas dimensiones.  Para eso se necesita una capacidad instalada a nivel local que dudo exista en estos momentos”.

VA: Las conversaciones en La Habana relacionadas a los medios de comunicación, casi que se centraron en fortalecer los medios comunitarios. ¿Cómo es la situación de este tipo de medios?  

PV: “Comunitario es una palabra llena de muchas bondades. Hay una diferencia enorme entre el espíritu del concepto y de lo que en muchos lugares termina siendo comunitario. El caso de la televisión es el más crítico porque lo que hay en la mayoría de los casos son clubes de cableado con una oferta de contenido de producida en otros países.  Se comportan más como empresas de televisión por suscripción que un medio comunitario. En el caso de la radio es diferente, sí se ha avanzado mucho más”.

VA: ¿Este tipo de emisoras ha servido para ofrecer una oferta de contenidos más plural en las regiones?

PV: Sí han servido como voz de diversas comunidades en todo el país, pero también hay una concentración.  En muchas regiones las radios comunitarias son administradas por comunidades religiosas de diferentes credos. Hay pueblos que tienen cinco emisoras de este tipo de las cuales tres están en manos de estos grupos lo que representa un problema de pluralidad enorme.

VA: A pesar de que se ha avanzado con las radios, varias organizaciones sociales se quejan de que aún son muy pocos medios de este tipo si se comparan con la demanda de las comunidades en región. ¿Qué ha encontrado la Flip en este tema?

PV: Todavía hay mucho espacio en el espectro en esas zonas que se puede aprovechar para entregar a las comunidades. Uno mueve el dial en Bogotá y se da cuenta que está lleno de frecuencias de todo tipo, pero si uno se va a las regiones es evidente que hay espacio, pero muchas veces por falta de recursos para cumplir los estándares la gente no puede poner al aire una emisora.

Varias radios comunitarias plantean que hay una persecución por los entes de regulación porque les piden muchas cosas que van más allá de sus capacidades. En esas condiciones es más fácil que un operador privado o militar cumpla con cumplir con esos estándares, cosa que termina afectando aún más la poca diversidad que existe.

VA: Ya que toca el tema de las emisoras militares, ¿cuál es la situación de estos medios y qué influencia tienen en la población, especialmente en zonas de conflicto?

PV: “Lo que hemos encontrado es que en esas regiones se instaló una gran arquitectura de red de radios militares. Debería haber una alarma nacional por el tema, ya que después de 50 años de conflicto hay al menos 89 frecuencias asignadas a la fuerza pública en todo el país, medios que por demás tienen informativos y que en algunos territorios son lo que mejor o lo único que le llega a la gente. Los insumos locales de contenidos en varias zonas están mediados por un actor armado, cosa que también han hecho las Farc y el Eln con sus emisoras clandestinas.

VA: Por último, la forma en que están distribuidas estas emisoras tiene una relación directa con las zonas de conflicto, ¿qué va a puede pasar con estos medios una vez se firmen los acuerdos de paz con las Farc?

PV: Hay departamentos como Antioquia o Putumayo donde la distribución de estas radios militares tiene que ver mucho que ver con el conflicto. Uno no puede desconocer, en gracia de discusión, que si un país está en un conflicto armado interno, se considere el espectro como una herramienta de guerra, pero lo que sí es ridículo es pensar que en tiempos de posconflicto esa infraestructura debería mantenerse. Colombia debería hacer un frente común para que esta infraestructura pasa a manos públicas no militares o manos civiles”.