Llegó el espinoso momento de la verdad

      
Dar garantías, generar confianza y que cada actor reconozca sus responsabilidades son algunas de la lecciones que dejan las comisiones de la verdad en el mundo.

0-foto-kofiEl exsecretario general de la ONU Kofi Annan estuvo entre este lunes y jueves en el país para conocer los detalles del proceso de paz y hablar de comisiones de la verdad. Foto: archivo Semana.

Desde mediados del año pasado, la Mesa de Conversaciones de La Habana viene discutiendo cómo resarcir a las víctimas de una guerra larga y degradada. Como parte de esa discusión, ha surgido el tema de un mecanismo para que se conozca la verdad del conflicto. Así lo anunció el presidente Juan Manuel Santos al confirmar que sus negociadores partieron a La Habana el 24 de febrero para entrar en esta materia.

Pero la verdad no sólo es para las víctimas sino para toda la sociedad como concluyeron diferentes expertos nacionales e internacionales en el foro ‘Comisiones de la verdad y procesos de paz: experiencias internacionales y desafíos para Colombia’, realizado por la Fundación Kofi Annan, el Centro Internacional para la Justicia Transicional (ICTJ) y Foros Semana en Bogotá.

Justo cuando el país comienza a pensar la mejor manera de conocer toda la verdad posible, quiénes deben hablar, quiénes recibirán esos testimonios, qué hacer con la información y cómo guardarla, conocedores del tema de la talla del exsecretario general de la ONU Kofi Annan vinieron al país para hablar de múltiples ejemplos, especialmente de las comisiones que hubo en Argentina, Guatemala y Kenia.

Annan planteó que todo se trata de un balance entre una justicia sin impunidad pero que no sea un impedimento para la paz. “Hay que ser lo suficientemente ambiciosos para buscar la justicia y la paz y lo suficientemente sabios para saber cómo hacerlo”. (Ver: Las lecciones de Kofi Annan para el país)

Por su parte, David Tolbert, presidente del ICTJ aseguró que la paz no se puede basar en una “amnesia del pasado” donde se olvide la responsabilidad de todos los actores, incluyendo la del Estado. Al respecto, reconoció que en el país se han hecho algunos procesos para llegar a la verdad, como Justicia y Paz, pero que no se ha llegado al fondo del asunto. “No pueden hacerse los ciegos frente a las violaciones ocurridas”, expresó.

De las más de 40 comisiones de verdad que han existido en todo el mundo, todas sirven como un ejemplo para Colombia, ya sea por su éxito o su fracaso. Un punto en común que los panelistas plantearon fue que por lo general las comisiones que más ambiciosas son a la hora de investigar son las que mayores posibilidades tienen de fracasar. Además, señalaron la importancia de que la gente confíe en las instituciones, de que cada comisión se haga según el contexto del país y de la necesidad de reconocer que habrá límites pues no todo se sabrá ni se resolverá con el informe que se produzca. Una comisión de verdad es sólo el punto de partida.

A estas opiniones, el gobierno respondió que se busca el “máximo de justicia posible”, como lo dijo Santos. “El esclarecimiento nos mostrará que verdades hay muchas, algunas muy incómodas, y que todas tienen que aflorar”, agregó el mandatario.

El alto comisionado para la paz, Sergio Jaramillo, fue mucho más contundente que Santos frente a la responsabilidad estatal. “No podemos decir que de nuestro lado no hay culpas. Si las reconocemos, podemos exigirles mucho más a los otros, como las Farc y el Eln”, aclaró.

El funcionario puso sobre la mesa un tema que ha sido discutido para la justicia transicional pero que también cabe en la comisión de la verdad: ¿quiénes deben participar? Jaramillo cree que se deben incluir a víctimas, victimarios, empresarios, políticos y a todos los que tengan que ver con este conflicto. “Es una participación para dignificar a las víctimas que también debe tener en cuenta la dignidad de los combatientes”, sostuvo.

Con toda la discusión de fondo de qué es una comisión de la verdad, al final del foro hubo un panel para pensar cuáles son los puntos más difíciles qué se vienen con este tema.

0-foto-kofiEn el último panel del foro se afirmó que los esfuerzos por la verdad en Colombia han sido de parte de la sociedad, la comunidad de derechos humanos y el gobierno. Foto: archivo Semana.

Lo primero que reconocieron es que no se empieza desde un vacío. Existen aportes hechos por la ‘Comisión de Estudios de la Violencia’ en 1958, el libro ‘Colombia, violencia y democracia’ en 1987, el trabajo de la Ruta Pacífica por las Mujeres en 2010, el informe ‘Basta Ya’ del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en 2013, la reciente publicación de la Comisión Histórica, entre otros.

Además, los colombianos ya saben lo que pasó y ahora “lo que se necesita es un reconocimiento pero, ¿cuáles serán sus alcances?”, se pregunta Gonzalo Sánchez, director del CNMH.

Los panelistas Ronald Syle, excomisionado de la verdad en Kenia; Priscila Hayner, consultora independiente, y Marina Gallego, directora de la Ruta Pacífica, señalaron las cuatro mayores dificultades de una comisión de la verdad.

La primera de ellas es que haya una sociedad fuerte. Según Hayner, en los países donde la sociedad civil ha tenido la suficiente fuerza como para poner sus temas sobre la mesa, las comisiones han tenido éxito.

El otro punto son las garantías para quienes hablarán y respecto a quienes recibirán la información. En el caso de Kenia, a los declarantes les ofrecían ciertas condiciones de seguridad. El problema es que no eran muy altas puesto que el gobierno no tenía un programa fuerte de protección a testigos. “Dependíamos de nuestros propios recursos y muchos prefirieron no hablar por miedo”, precisó Syle.

En el caso de la Ruta Pacífica por las Mujeres, que reunió más de mil relatos de violencia en todo el país, acordaron que ningún nombre aparecería para evitar que las volvieran a victimizar.

En cuanto a los integrantes de la comisión, deben ser independientes e íntegros para que la sociedad confíe en ellos, como planteó Annan.

Ya durante la implementación, el mayor desafío es el acceso a la información, tanto de los archivos como de las personas. En un principio, el gobierno keniano puso a disposición de los comisionados todos los datos estatales, pero cuando los necesitaron, las instituciones ralentizaron todo el proceso y al final no los dejaron acceder, especialmente porque sabían que habían altos funcionarios involucrados en la investigación.

En ese caso, sectores como los empresarios o la fuerza pública se negaron a hablar. “Por eso les explicamos que en esta conversación sobre la historia la gente hablaría de ellos y ellos decidían si hablar o no para corregir las posibles imprecisiones. Así los atrajimos para que también participaran”, relató Syle.

Por último, existe una dificultad a la que ninguno de los panelistas supo plantearle una posible solución. Cuando la comisión termine su labor y se disuelva, ¿dónde debe quedar la información que recogieron?

En Perú, se destinó una caja fuerte para guardar ciertos archivos y su contenido era tan delicado que sólo tres de los 12 comisionados tenían acceso a ellos. Dos años y medio después, cuando la labor terminó, no había quien controlara esos archivos con la confianza suficiente.

En cuanto a Kenia, se desconoce el paradero de todos los informes de verdad. “No sé dónde están nuestros documentos ahora, nadie nos responde y nadie tiene acceso a ellos. Se dice que los tiene el mismo gobierno que fue uno de los actores del conflicto”, concluyó Syle.

Colombia apenas comienza un camino largo en temas de verdad. En la discusión se deberá resolver quiénes hace una comisión de la verdad, cuáles serán los planteamientos básicos y hasta dónde le contarán al país qué fue lo que realmente pasó, por qué pasó y quiénes son los responsables de más de 50 años de guerra. Por el momento, tiene a su disposición ejemplos internacionales que le muestran parámetros básicos de éxito o fracaso. El camino lo deciden lo colombianos.