La guerra y las 500 mil mujeres víctimas de la violencia sexual

      
Según un estudio en los últimos nueve años 489.687 mujeres han sufrido violaciones, acoso, imposiciones sociales, prostitución forzada en zonas de conflicto.


Según el estudio, 94 mil mujeres han sido violadas en zonas de conflicto.

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Si las cifras de violencia sexual en Colombia publicadas en la encuesta de las ONGs Oxfam, Casa de la Mujer, Sisma Mujer, Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, entre otras, son ciertas, el país enfrenta uno de los peores dramas de la historia del conflicto.

Según el documento, el 17.58 por ciento de las mujeres en Colombia fueron víctimas de violencia sexual entre 2001 y 2009, es decir en total, según las proyecciones de la encuesta, 489.687 mujeres.

El informe calculó que 94 mil mujeres han sido violadas, 50 mil han tenido un embarazo o un aborto forzado, 175 mil han sido víctimas de acoso sexual, 48 mil obligadas a hacer trabajos domésticos y los armados han tratado de regular la vida social de 327 mil de ellas.

El contraste de las cifras con lo que hasta ahora la justicia ha descubierto muestra que aún falta mucho por hacer para revelar el alcance de estos crímenes contra las mujeres y castigar a los victimarios.

Para Oxfam la cantidad de delitos sexuales en Colombia es comparable a países con conflictos internos prolongados y dondelos crímenes contra las mujeresb es usado como un arma de guerra. Según el informe: “la violencia sexual constituye una práctica habitual y frecuente en el marco del conflicto armado”.

Oxfam hizo entrevistas a mujeres y una de cada cinco se siente intimidada por la presencia de hombres armados. En numerosos casos de masacres se han registrado testimonios de mujeres víctimas de violencia sexual.

Una investigación de abril de este año de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, Codhes, logró que mujeres sobrevivientes de dos masacres, la de El Tigre en Putumayo y la de Chengue en Sucre, contaran lo que le sucedió a sus pueblos y cómo fueron víctimas de abusos por parte de los paramilitares (ver artículo: Masacres contadas por mujeres).

En Chengue, según el informe, varios hombres del Bloque de los Montes de María aprovecharon para intentar abusar de las mujeres. Una de ellas recuerda: “Muchos hombres armados entraron a la casa, tiraron la puerta. No me podía mover porque me caí ocho días antes, estaba paralizada. Me tranquiaron (violaron) todos y me pegaron contra el suelo. Me desmayé”.

Otro caso, reportado por la Revista Cambio, es el de Lucrecia*, que contó que en 1995 un guerrillero de las Farc la amenazó porque su hermano estaba prestando el servicio militar. Le dijo que si no se acostaba lo mataban. Un día, se lo encontró con otros tres guerrilleros, quienes la violaron y le dijeron que su hermano se merecía ese castigo por no querer estar con las Farc.

Según el estudio la forma más común de violencia sexual es la de “regulación de la vida social”. En las proyecciones del mismo, Oxfam cree que este tipo de delito tocó a 327 mil mujeres.Por ejemplo los paramilitares y la guerrilla prohibían que las mujeres se vistieran de una manera, les negaban entrar a billares o discotecas y controlaban con quién salían.

Investigadores de Mujeres Por la Paz (MPP) le dijeron a VerdadAbierta.com que conocieron varios casos en Valledupar donde los ‘paras’ quemaron con ácido a las jóvenes por ponerse camisetas sugestivas o pantalones descaderados. “Son talibanes colombianos”, dijo una abogada de la Ong.

El informe calcula que 49 mil mujeres fueron obligadas a hacer servicios domésticos. En muchas regiones del país los paramilitares y la guerrilla forzaron a las mujeres a enrolarse para cocinar, ser enfermeras o hacer el aseo. Pero pocas mujeres denunciaron el delito, pues no lo consideraron como tal.

En Sucre Marco Tulio Pérez, alias ‘El Oso’, del bloque de los Montes de María de las Auc, fue acusado de obligar a una mujer que noquiso tener relaciones sexuales con él a servirle ocho días en la casa. También hay casos donde intimidaron las mujeres para barrer las calles del pueblo. En la audiencia muy pocas quisieron confrontar el desmovilizado, pues estaban amenazadas (ver artículo: Entre el poder político y el abuso sexual en San Onofre).

El estudio se hizo en 15 municipios de Antioquia, Caldas,  Caquetá, Córdoba, Bogotá, Meta, Magdalena, Huila, Nariño y Valle. Interrogaron a 2.693 mujeres entre 15 y 44 años. Después proyectaron los porcentajes y resultados estadísticos del estudio sobre la población femenina de 417 municipios golpeados por la violencia, donde viven cerca de 2,8 millones de mujeres, para poder tener aproximaciones globales.

Ignorancia
Uno de los resultados más preocupantes es que muy pocas mujeres se consideran víctimas.

Cuando los investigadores de Oxfam y Casa de la Mujer les preguntaron si habían sufrido por delitos de este tipo, sólo el 6,5 por ciento dijo que sí. El porcentaje llegó a 17,5 por ciento, tres veces más, cuando les explicaron qué la violencia sexual también incluye regulación de la vida social, servicios domésticos obligatorios, aborto, prostitución, embarazo o esterilización forzados.

Así 60 por ciento de las mujeres víctimas de la esterilización forzada no creen que sea una forma de violencia sexual, o más de 44 por ciento no consideraron el acoso sexual como un crimen.

Miedo
El miedo es sin duda el principal obstáculo para que el delito no sea visible. El estudio muestra que el 80 por ciento de las víctimas de algún tipo de violencia sexual no han denunciado lo que les pasó. Entre las razones están: “prefiero dejarlo así” (47 por ciento), miedo (29 por ciento) o la falta de confianza en la justicia (7 por ciento), entre otros.

Además, entre las víctimas, 69 por ciento piensa que la presencia de grupos armados es un obstáculo para denunciar. Y es que a pesar de la desmovilización de las Auc, las regiones siguen tomadas por bandas criminales y guerrilla.

Ese el caso de Ana*, quien fue violada por paramilitares. Según recuerda: “No preguntaron nada. Sacaron a mi marido, en ropa interior, lo amarraron. A mí me apartaron y abusaron de mí. Solamente me decían perra, esa era la palabra que más escuchaba Yo les suplicaba que vieran mi estado, estaba embarazada. Se reían a carcajadas” (ver artículo: Violadas por los ‘paras’, ahora amenazadas) .

Tras huir a otro lugar con sus hijos, tuvo que poner una acción de tutela para obligar la Fiscalía a abrir una investigación. Miembros de un organismo de seguridad la ubicaron y la citaron en la misma región donde había sido violada. Días después, un periódico regional divulgó su foto, su historia y el  pueblo donde vivía.

Ese día empezaron sus problemas. La llamaron varias veces amenazándola. Ana también recibió una carta con un dibujo intimidatorio: una cruz, un revólver y un águila, en la misiva le daban 72 horas para salir del pueblo. “Ahí me vi acorralada, me di cuenta que me iban a matar”.

La historia de Ana resume los peligros que acechan las mujeres víctimas de abusos sexuales: amenazas, falta de investigación de la justicia, poco acompañamiento de los funcionarios encargados de estos crímenes, desplazamiento.

Y si las cifras reveladas en el estudio de Oxfam y la Casa de la Mujer, se aproximan a la realidad,  lograr que se conozca sus historias, se investigue y condene a los responsables, es un desafío y una deuda enorme para la justicia colombiana.

*Los nombres de la víctimas fueronmodificados por razones de seguridad.