La jugada de ‘Macaco’ (Semana)

      
Con un asesinato, el comandante del Bloque Central Bolívar logró la paz entre los capos del norte del Valle del Cauca y consolidó su poder en el mundo de la droga.
Carlos Mario Jiménez, alias “macaco”, tal vez el jefe paramilitar más beneficiado con el narcotráfico. Foto Policía Nacional

Desde hace cerca de un mes un rumor estaba causando una gran conmoción en el mundo del narcotráfico y tenía inquietos desde los grandes capos hasta los sicarios de las oficinas de cobro. No era para menos. La información que circulaba entre las diferentes estructuras mafiosas señalaba que Jaime Hernán Pineda, conocido con los alias de ‘Pedro Pineda’ o ‘Pispi’, había sido asesinado.

Durante varias semanas organismos de inteligencia y antinarcóticos colombianos y extranjeros, así como los propios mafiosos, se dedicaron a establecer la veracidad de la información. Hace pocos días se confirmó que a mediados de septiembre, después de cinco días de ser torturado, ‘Pispi’ fue asesinado en compañía de una mujer y su contador, en Guadalajara, México. Para la mayoría de los colombianos el asunto podría parecer irrelevante. Pero en la mafia esa muerte es uno de los hechos más importantes de los últimos años porque dejó en evidencia quién es el nuevo capo de la mafia en Colombia. Su nombre: Carlos Mario Jiménez, alias ‘Javier Montañez’, conocido popularmente como ‘Macaco’ y actual comandante del Bloque Central Bolívar (BCB) de las autodefensas.

Pineda era un capitán de la Policía, quien se destacaba como uno de los mayores especialistas en la lucha contra el secuestro. Cuando fue retirado de la institución, hace más de una década, terminó vinculado con los carteles de la droga de Valle, en especial Víctor Patiño Fómeque. Patiño llegó a ser uno de los capos más poderosos del cartel de Cali durante los años 90.

A pesar de ser un hombre clave, durante años ‘Pispi’ logró mantener un bajo perfil. Su nombre sólo empezó a sonar entre las entidades antidrogas internacionales hace en realidad poco tiempo, cuando estalló la guerra entre los capos del cartel del norte de Valle, Diego Montoya, alias ‘don Diego’, y Wílber Varela, alias ‘Jabón’. Ésta ha dejado másde 1.000 muertos en vendettas, ajustes de cuentas y asesinatos indiscriminados.

‘Pispi’ aprovechó la guerra entre los capos y la extradición de su antiguo jefe, Patiño, a Estados Unidos, en 2002, para convertirse en uno de los nuevos capos. Para conseguir este fin, ‘Pispi’ eliminó a socios, abogados, aliados y más de 30 familiares de Patiño, incluido Luis Ocampo Fómeque, el medio hermano del capo, quien había quedado al frente del clan mafioso. ‘Pispi’ se quedó entonces con gran parte de la organización, fortuna, propiedades y tierras de Patiño.

A medida que la guerra entre ‘don Diego’ y ‘Jabón’ se fue incrementando, ‘Pispi’, como muchos otros mafiosos, se vio obligado a tomar partido por uno de los dos bandos y optó por aliarse con ‘don Diego’. En esa guerra ‘Pispi’ fue uno de los responsables de propinarle a ‘Jabón’ uno de los golpes más duros. En marzo de 2004 participó en el asesinato del coronel retirado Danilo González, uno de los hombres más cercanos y apreciados por ‘Jabón’.

Con este asesinato ‘Pispi’ se ganó la confianza de ‘don Diego’ y la enemistad de ‘Jabón’. Éste ofreció 10.000 millones de pesos por su cabeza. ‘Macaco’ entra al juego La escalada de violencia que alcanzó la guerra entre los capos del norte del Valle y que se extendió al Eje Cafetero, Medellín e incluso Bogotá hizo que el gobierno tomara cartas en el asunto. Muchas de las estructuras financieras y sicariales de ‘don Diego’ y ‘Jabón’ fueron golpeadas y algunos de los lugartenientes más importantes de cada banda fueron arrestados.

La Policía, la Fiscalía y la DEA aumentaron la presión en algunas de las zonas más neurálgicas de esa guerra. Esas acciones les han quitado margen de maniobra a los capos que se vieron obligados a escapar hacia otras regiones del país para huir del acoso de las autoridades. “La guerra llamó la atención del Estado y ‘calentó’ la zona para todo el mundo”, explicó un agente de una agencia antidrogas extranjera. “Los narcos no fueron los únicos damnificados. Los grupos paramilitares también. Como consecuencia de la persecución contra los narcotraficantes, muchos operativos han terminado en contra de las estructuras de tráfico de drogas de los paramilitares “, agregó el funcionario.

Uno de los grupos más perjudicados con esa situación ha sido el BCB. Tanto en el Eje Cafetero como en diferentes zonas del Valle del Cauca, la Policía ha desmantelado grandes estructuras del BCB dedicadas al tráfico de drogas. Uno de los golpes más grandes ocurrió el 16 de septiembre del año pasado, cuando la Policía desmanteló un complejo cocalero del BCB ubicado en Belén de Umbría, Risaralda. El complejo tenía capacidad para 250 hombres en siete albergues, producía mensualmente una tonelada de cocaína y contaba con un sofisticado sistema de comunicación satelital, acueducto, planta de energía, enfermería y estaba interconectado por zanjas de arrastre.
Cuarenta y dos paramilitares fueron arrestados.

Ese es tan sólo uno de los muchos operativos en los que por perseguir a los narcos han caido laboratorios, hombres y cargamentos de los paras. Frente a esa situación, hace algunos meses el comandante del BCB, Javier Montañez o ‘Macaco’, decidió buscarle una solución para evitar seguir perdiendo hombres, laboratorios y cargamentos. Para ello estudió dos opciones. La primera era tomar partido a favor de uno de los bandos. ‘Macaco’ era cercano a ‘Jabón’ y por lógica tendría que poner su aparato paramilitar para acabar con ‘don Diego’ y sus hombres. Sin embargo, esa alternativa fue desechada, pues no sólo se incrementaría la guerra, sino que además corría el riesgo que, estando en pleno proceso de paz con el gobierno, fuera acusado de violar los acuerdos de cese del fuego. Prefirió entonces inclinarse por la otra opción: buscar la paz entre los capos. ‘Macaco’ le preguntó a ‘Jabón’ cuál sería el requisito para firmar una especie de acuerdo con ‘don Diego’. La respuesta tuvo nombre propio. ‘Jabón’ aceptó dejar sus acciones armadas si le entregaban a ‘Pispi’.

Cuando los enviados del BCB le hicieron la propuesta a ‘don Diego’, éste se negó. Vino entonces una serie de asesinatos selectivos en Cali, Medellín y Bogotá de hombres y familiares de ‘don Diego’ y sus lugartenientes. Detrás de ellos estaba la mano del BCB. Con el Estado persiguiendo y con ‘Jabón’ y el BCB atacándolo por el otro lado, ‘don Diego’ se vio forzado a aceptar. ‘Don Diego’ le encomendó a Gildardo Rodríguez, uno de los socios de ‘Pispi’, llevar a los hombres de ‘Jabón’ y el BCB hasta donde ‘Pispi’ se encontraba escondido en Guadalajara. Allí fue asesinado hace tres semanas. Y con este crimen se abrieron las compuertas para un acuerdo entre los dos capos. “Nosotros Diego León Montoya Sánchez y Wilber Alirio Varela informamos a la opinión pública, a las autoridades civiles, militares, eclesiásticas y a la comunidad que hemos acordado poner fin al conflicto armado que venimos sosteniendo… desde este momento nos comprometemos a parar cualquier acción armada y militar entre nuestras organizaciones”, decía uno de los apartes del comunicado fechado el lunes 3 de octubre y que fue distribuido a comienzos de la semana pasada en Cali y sus alrededores. Aunque existían algunas dudas entre las autoridades sobre la autenticidad del comunicado, éstas se han disipado con el paso de los días. Nadie se atreve a asegurar cuánto puede durar ese ‘acuerdo de paz’ entre los mafiosos. Lo que es significativo es el poder que ha demostrado ‘Macaco’ en este episodio. Los dos capos hacen parte de una lista de los 10 más buscados por el FBI y la DEA y por cada uno ofrecen cinco millones de dólares. Para las autoridades antinarcóticos es claro que con este acuerdo para acabar con la guerra entre capos, ‘Macaco’ no busca llevar la paz a una región conflictiva, sino quedarse con una mayor tajada del lucrativo negocio. Sólo falta saber si el Estado permitirá que esto ocurra.

Publicado en SEMANA 11/22/2005 Edición 1223