De la mano de los mineros llegaron las Accu a Amalfi, el pueblo de los hermanos Castaño

      
Un paramilitar que fue comandante en Amalfi, tierra de los Castaño, me contó cómo fue que atacaron a la guerrilla, cómo asesinaron y cómo protegieron a los mineros de la zona.


Amalfi, Antioquia, el pueblo donde se criaron los hermanos Castaño y donde operó el ex paramilitar John Martínez.


El imperio de los Castaño Gil de las ACCU
‘El Profe’, Vicente Castaño

‘Rambo’, Fidel Castaño Gil

Carlos Castaño Gil
El nacimiento de las Autodefensas Unidas de Colombia (1997-2002)
Narcotráfico y la creación de la AUC

Varios empresarios buscadores de oro que tenían sus máquinas de explotación minera en el municipio de Amalfi, Antioquia, el pueblo natal de los hermanos Castaño Gil, líderes del proyecto contrainsurgente en Colombia, llevaron allí en 1995 a las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu)para contrarrestar las acciones de la guerrilla del Eln contra su actividad económica.

La historia me la contó en agosto del año 2000 un jefe paramilitar que trabajó en esa subregión del Nordeste antioqueño y quien se me acercó en esa época en busca de ayuda. Según él, quería abandonar una facción del Bloque Metro de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu) que operaba en Amalfi y pretendía que un periodista le sirviera de puente con algunas autoridades departamentales para lograr su propósito. Me buscó porque en algún momento estuve en esa localidad y allí conoció de mi trabajo en un periódico regional. Históricamente, la fundación de Amalfi estuvo ligada a la actividad minera. La historia cuenta que los primeros colonos llegaron a estas tierras en 1836, procedentes del Oriente antioqueño y en años sucesivos los mineros se convirtieron en hombres influyentes social y económicamente. Este jefe paramilitar, quien se identificó como John Martínez, no fue la excepción, según me dijo.

Proveniente de una familia clase media de Medellín, había estudiado Bacteriología en la Universidad de Antioquia, pero lo sedujo la fiebre del oro y de la mano de varios socios llegó a Amalfi a finales de la década de los 80. Por varios años dedicó parte de sus recursos a explotar varias minas y, poco a poco, se convirtió en un minero experto. Pero la riqueza de la zona también era atractiva para los grupos insurgentes, entre ellos el Eln, que tenían presencia en esa subregión desde finales de los años 80. Sus arbitrariedades, según la versión del paramilitar, ocasionaron la llegada de las Accu. Con John Martínez tuve dos encuentros, el 8 y el 9 de agosto del 2000. En ellos, narró con detalles su historia personal; me explicó por qué mineros como él se habían constituido en “autodefensas” y las razones para involucrarse con las Accu. Al final de los dos días de conversaciones me pidió un favor: que esta historia no se publicara sino muchos años después. En esa época, ya el hombre tenía claro que sus verdades podrían ser un referente para conocer por lo menos buena parte de lo que venía ocurriendo no sólo en Amalfi, sino en algunas poblaciones vecinas.

Esta localidad del Nordeste antioqueño está incrustada en la historia paramilitar como uno de los municipios más azotados por la criminalidad contrainsurgente, incluso con acciones tempranas, la más sonada de todas ocurrió en agosto de 1982, cuando más de 30 campesinos fueron asesinados en la finca Los Lagartos como retaliación por la muerte del padre de los Castaño a manos de las Farc. Lo que vino después, con la llegada de las Accu, habla de cientos de desaparecidos y de varias fosas comunes donde reposan los cuerpos de cientos de personas asesinadas en esa localidad.

Hasta el momento no sé qué ha pasado con este jefe paramilitar. No sé si se desmovilizó o no; si está vivo o muerto; si logró llegar a cargos de mando superior en las Accu ; si pereció en la guerra que libró el bloque Metro con los bloques Cacique Nutibara, Mineros y Central Bolívar de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc); o sí logró abandonar las filas paramilitares.

Transcurridos ya nueve años de aquella entrevista, decidí publicar algunos apartes respetando su voz, convencido de que algunos datos pueden contribuir a rescatar la memoria de los efectos del paramilitarismo en esa subregión antioqueña y a entender mejor el comportamiento de aquellos que hicieron la guerra con el proyecto paramilitar que se impuso en el país en esos años.

La llegada
“En Amalfi, las autodefensas están desde 1995. Yo fui su fundador en el pueblo y ahora soy el comandante de ese grupo. Empezamos peleando solos, defendiendo las minas de las guerrillas, que no nos dejaban trabajar. No estábamos legalizados con las autodefensas, pero a medida que fuimos teniendo poder, pudimos contratar más gente y luego buscamos el apoyo del Bloque Metro. Hemos crecido a su sombra, con el apoyo de los mineros. En este momento (año 2000) tenemos 60 hombres.

Nos cansamos de rendirles cuentas a los comandantes guerrilleros de nuestro trabajo en las minas, pues ellos controlaban todo. Exponíamos la vida por todos lados. A mis socios los habían amenazado. Es que estábamos trabajando para la guerrilla con lasmáquinas de nosotros. Entonce llegó el momento en que o nos íbamos y dejábamos las máquinas ahí tiradas o nos quedábamos y seguíamos trabajando. Tuvimos una reunión en Medellín, compramos los fusiles y organizamos la base en la mina La Comba.

Al pueblo entramos a hacer inteligencia con grupos de cuatro o cinco personas, entre ellas vendedores ambulantes, emboladores, transportadores, porque no podíamos llegar a la topa tolondra. De esa manera sabíamos quiénes eran informantes de la guerrilla. A todos ellos se les fue dando de baja. Amalfi es el hp pueblo más guerrillero y más sapo, chismoso que hay. En esa primera llegada es cuando se cometen los excesos más grandes. Las matanzas más grandes fueron cuando estábamos metiendo la inteligencia y antes de que estuviera consolidado.

Trabajamos de civil en el pueblo y todo el mundo sabe quiénes somos nosotros. Mientras haya policía no podemos salir de camuflado. Ni el fin de nosotros es estar en contra ni a favor. ¿Cómo te explico? Estar ahí para que la gente nos vea, pero que no nos vean con ellos tampoco, ni tampoco coger un policía solo y pistoliarlo, ni ver un soldado y pistoliarlo, pero sí ha ocurrido en casos como estos: son cuatro o cinco policías en un hp pueblo que se lo va a tomar la guerrilla no se dejan cuidar, y llegan a joder, entonces se da de baja al comandante y se le echa la culpa a la guerrilla.

La crueldad


Panorámica de Amalfi: “Amalfi tiene un problema muy grande, muy berraco: no tiene ríos. Entonces toca descuartizar”.

Entre el año de 1995 y el 2000 pudimos haber asesinado por lo menos a 200 personas, aunque no llevábamos una contabilidad de los difuntos. Muchos de ellos están enterrados en unas fosas que están en un cerro a la entrada del pueblo y en la mina La Viborita.

Amalfi tiene un problema muy grande, muy berraco: no tiene ríos. Entonces toca descuartizar a la gente; además, para que se descompongan más fácil y evitar la identificación. Nosotros llegamos a coger, recién establecido el grupo, a un tipo que nos dijeron ganaderos que era guerrillero y les cobraba la vacuna. Lo cogimos con otro tipo, y ambos eran guerrilleros. Sabíamos por cuál era el que íbamos y sabíamos cuál era el que tenía la información.

Los pusimos a un lado de la banqueta y matamos a uno de ellos. Al otro le decíamos: “bueno este se murió, usted va a contar o no va a contar para morirse también”. Un muchacho empezó a descuartizar el cadáver y el guerrillo se puso de todos los colores y nos contó que tenía un hermano entre el grupo de nosotros. Fuimos a la mina, lo llamamos, le quitamos el fusil y lo encerramos en un cuarto, le dijimos que teníamos al hermano y lo dejamos solo un rato. Cuando volvimos a terminar el interrogatorio, se había ahorcado.

El primer asesinato que presencié no me generó susto, sino risa. Yo me estaba tomando unos tragos en la mina La Viborita y me llamaron a probar finura. Me hablaron de uno que le había robado la moto a un primo de un comandante, grave error. Llegó el hombre y comenzó a acariciarle la cabeza con el fierro, yo creí que la cosa no iba a pasar a mayores y se lo descargó. Y después, con la linternita que tenía, comencé a alumbrar mientras lo descuartizaban.

Bebí toda la noche pensando en mi reacción de risa, no era ni nerviosa, sino risa, de algo así como siquiera estás muerto hp. En otra ocasión llegamos al club El Piamonte, que antes se llamaba el Club Social de Amalfi y matamos cinco personas. El problema no fue tanto que se hayan dado de baja, sino que ahí mismo empezaron a descuartizarlas y a intercambiar las cabezas de los difuntos. Todo eso nos daba risa. Eso era llegar a extremos. Y después salimos tranquilamentede allá a comer arepitas al parque principal, todavía medio ensangrentados.

Si me pregunta por la autoridad, claro que había, pero en una cosa de esas no se arrima nadie. Es como arrimarse a un tigre cuando está comiendo carne. Una vez matamos una mujer, qué muerte más dura. La bajamos del bus que venía para Medellín. Nos bravió en el parque y nos dijo “no les tengo miedo”. Teníamos información de que estaba con la guerrilla. Según decían era una bruja. La gente que la mató no durmió como en un mes. La veían en sueños. Yo no creo en eso, pero lo que me dejó cabriado fue cuando la pusimos al frente del hueco, porque no nos gastamos un tiro en ella, sino que la degollaron.

Antes de hacerlo nos dijo “yo ahí no quepo háganle otro poquito”. Y sí, no cabía. Cuando ampliaron el hueco, dijo “ahí sí quepo, empiecen pues”. Y cuando cayó la cabeza entre el hueco, los ojos le seguían abiertos. Cargar con muertos es muy difícil. Vos matas al primero y te duele, no te deja dormir, pero después seguís matando y eso ya no te importa, te insensibilizas completamente. A mí ya no me afecta nada, ni las muertes más cercanas.

También hacíamos pasar a los ladrones por guerrilleros. En cierta ocasión hubo un problema con un camión de chocolatinas, que se perdió en la carretera para Amalfi. A nosotros nos llamaron porque alguien del Bloque Metro tenía que ver con la Nacional de Chocolates y nos dijeron que solucionáramos eso. Los ubicamos, los emboscamos a ver qué era lo que hacían y preciso estaban bajando una gente de un camión para robarlo. En ese momento los cogimos y los hicimos pasar por Eln. Ese es el tipo de trabajos que hacemos.

El pueblo se fue calmando, aunque siempre se ejercía mucha presión desde las bases de las minas La Viborita y La Comba. Los nombres de los dueños no te los voy a decir, pero tienen tanta culpa como nosotros, los que estamos haciendo el trabajo. No me como ese cuento de que tiene menos responsabilidad el autor intelectual. Creo que es peor, porque es más cobarde.

El pueblo se tranquilizó, y estuvo calmado un tiempo, pero siempre no bajaban de tres, cuatro, cinco muertos a la semana. Todos eran llevados a La Viborita. Allá están casi todos los muertos, otros están enterrados en el cerro cerca al pueblo. Si destapan esas fosas, el escándalo que se destapa es muy grande porque no creo que haya en otros lugares una fosa común con tanta gente. En esas fosas hay comandantes propios que se han dado de baja, combatientes propios, informantes, guerrilleros, civiles como muchos vendedores que van de pueblo en pueblo, ladrones, mujeres.

De la mano con la Fuerza Pública


Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’, ex comandante del Bloque Central Bolívar, era según el ex paramilitar John Martínez “un traqueto que solo puso unos fusiles y ya”.

Hay cosas que no se deberían decir para no herir el amor propio de los policías, pero qué tipos tan pobremente ambiciosos. El problema de ellos en los pueblos es que ven un comandante de las autodefensas y no quiere sino pedir plata. Qué vicio tan feo. Allá en El Bagre fui a hacer más de un trabajo, a revisar personalmente las cosas, y hacía el trabajo, y ellos lo veían a uno y le decían: “ah, usted es el que vino a hacer esto y esto… denos la liguita”. Se transan con 10 mil y 20 mil pesos. Eso es muy vergonzoso para la institución. Si no ven plata no dejan hacer nada.

Pero el Ejército es diferente, nunca nos ve con malos ojos. Yo dormía en el Comando Operativo N. 9, en el Bagre. Ese era mi hotel allá. Me ponían dos escoltas o llevaba los míos y entraba con el armamento, normal.

Yo no puedo ser enemigo del que es enemigo de mi enemigo. Lo que pasa es que hay veces llegan a los pueblos tenientes recién salidos de la escuela que no saben nada y son muy peligrosos, pero pasan un año en el área y no se meten con uno.

Muchas veces coordinamos los operativos. ¿Qué necesitan resultados positivos en contra de nosotros? Listo, los cuadramos, no vamos a entregar a nuestros hombres cada vez que ellos quieran. Ellos llevan gente de confianza y nosotros también y nos dedicamos a hacer polígono. Entonces dicen que es un enfrentamiento. Y después nos ven otra vez en el pueblo charlando. La gente en Amalfi lo sabe.

La fuente de financiación nuestra es la minería, el ganado que le quitamos a la guerrilla y la coca, eso no se puede ocultar. Lo que pasa es que con la coca tenemos muchos problemas. Usted va a Caucasia y ¿qué hace el comandante de Caucasia?, está es cuidando cocinas. Allá no le dan a un guerrillero ni por nada. Esos hombres allá se la pasan borrachos, haciéndole mandados a los dueños de las cocinas. Allá también está un tipo que se llama Fabio Mejía, fue uno de los primeros comandantes que llegó al Bajo Cauca. Pero se hizo muy rico con las cocinas y ahora tiene su rancho aparte. El Sur de Bolívar lo maneja un tipo que le dicen ‘Macaco’. Es un traqueto que solo puso unos fusiles y ya.

Toda la pasta de coca que sale de allá se la deben vender a él, a nadie más. Así se hizo millonario.

Nadie conoce la guerra si no está en ella y para meterse a la guerra tiene que tener un interés común, que lo hayan tocado, entiende. A mí me dañaron el trabajo en las minas, me secuestraron y me mataron amigos. Me metí en la guerra y aquí estoy queriéndome salir. Es que ya llegué al punto del hastío.

Casi todos los días tengo pesadillas: sueño que me están matando, que estoy descuartizando a alguien, que saludo a una persona con la mano de otro. No es fácil llevar una vida así. Cuando despierto pienso en mi futuro si sigo vivo, pero no encuentro respuestas. Pasar un día vivo es una victoria. No sabes cómo te podes morir. Lo más hp es que ninguno de nosotros se muere de un infarto, de viejo. Los únicos que se mueren de viejos son los guerrilleros”.

 

Tags: Castaño Gil, Amalfi, Accu