Los problemas de Justicia y Paz

      
Después de cinco años, esta semana se conocerá la primera sentencia contra dos paramilitares en Justicia y Paz. Se necesita con urgencia un gerente para el proceso.
Úber Bánquez, alias ‘Juancho Dique’, y Edward Cobos alias ‘Diego Vecino’, serán los primeros condenados en Justicia y Paz. Las víctimas piden que los juicios sean televisados.

Si las cosas siguen como van, dentro de tres años la mayoría de los desmovilizados que están en Justicia y Paz pedirán que los dejen en libertad por haber cumplido ocho años en la cárcel, aunque no los hayan terminado de juzgar. Apenas la próxima semana se emitirá la primera sentencia. En el banquillo de los acusados estarán Úber Bánquez, alias ‘Juancho Dique’, y Edward Cobos, alias ‘Diego Vecino’, y frente a ellos las víctimas de Mampuján y San Cayetano, en Bolívar, que piden ser reparados por 11 muertes y el desplazamiento masivo de 663 personas. Este se considera un juicio piloto que marcará la pauta de los que siguen, y en el que ya se deben haber corregido los problemas que se han tenido.

La ley se promulgó para ayudar a la desmovilización de 32.000 paramilitares. El gobierno postuló para acogerse a la ley a unos 4.600, pero solo una tercera parte de ellos iniciaron versión libre. Aún así han confesado más de 8.000 crímenes de los cuales ya les han sido imputados por la Fiscalía más de 4.000. De estos, apenas 55 están en proceso de legalización ante los jueces, tres ya sufrieron incidente de reparación y apenas uno está listo para sentencia. Mientras tanto, 80.000 víctimas acreditadas esperan los juicios. Estas cifras dan una dimensión del embudo en el que se ha convertido un proceso que todos esperaban sería expedito.

La lentitud de la justicia se explica por tres razones. Por un lado, que nadie esperaba que los paramilitares confesaran tantos crímenes, tan crueles ni tan complejos. Eso ha implicado que se refuercen los fiscales (hay 59) y sus auxiliares, los defensores públicos que apoyan a las víctimas (hoy hay 190) y también todo el esquema de reparación.

En segundo lugar, se ha trabajado con la metodología de ensayo-error. La Ley de Justicia y Paz es nueva para todo el mundo y prácticamente no hay experiencias internacionales que sirvan de modelo. La Corte Suprema dio el año pasado la clave de cómo hacer bien las cosas cuando anuló la primera sentencia que se había proferido contra alias ‘el Loro’. El alto tribunal les ordenó alos fiscales y jueces que no solo miraran los hechos de violencia confesados sino el contexto en el que fueron cometidos. Aunque muchos fiscales se sintieron frustrados porque tuvieron que reenfocar su trabajo, hoy la mayoría coincide en que este timonazo le dio sentido a todo el proceso, pues garantiza una verdad más completa.

Pero aunque se logró mayor claridad, no se ha resuelto el problema de la celeridad. Las versiones libres han durado en algunos casos más de cuatro años. La sola legalización de cargos a un paramilitar de la costa atlántica duró tres meses; el incidente de reparación de Mampuján, donde estuvieron la juez, la fiscal, 11 defensores, las víctimas y hubo transmisión por circuito cerrado en tres sitios, duró 12 días. Por eso, dada la cantidad de delitos confesados, los tiempos y los recursos no dan y necesariamente los ocho años de pena se cumplirán antes de que se dicten la mayoría de las sentencias.

Los magistrados del tribunal y muchos fiscales creen que todo el proceso de Justicia y Paz necesita un gerente o un alto comisionado, una instancia del gobierno que coordine las actividades de las entidades involucradas y que busque fórmulas para acelerar el proceso. Un papel que debería haber jugado el Ministerio de Justicia, si hubiese existido en estos años.

Las víctimas también empiezan a demandar que, ahora que los juicios han entrado en la etapa pública, se cumpla con la idea original de transmitirlos por televisión, pues en los juicios hablan víctimas y victimarios y, por lo menos en el caso de Mampuján, hubo reclamos, contrición, confrontación y hasta perdón y reconciliación. De eso se trata el proceso, y sería bueno que el país pudiera verlo. Porque en medio de la vorágine de las noticias muchos ignoran que, cinco años después, Justicia y Paz ha entrado en una etapa crucial.

Publicado en Semana, edición 1469 – Fecha: 27/06/2010