Por primera vez, antiguos guerrilleros del Epl contaron la historia de los Comandos Populares, grupo armado que se enfrentó a la guerrilla y luego se unió al proyecto de los Castaño Gil.

La historia del paramilitarismo en el Urabá antioqueño no quedaría completa si no se conociera lo que significaron los Comandos Populares, un grupo armado que se creó un año después de la desmovilización del Ejército Popular de Liberación (Epl) y que sirvió de base para que las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu) se expandieran hacia esa región agroindustrial del departamento.

Así lo entendió la Fiscalía 17 de la Unidad de Justicia y Paz, y decidió realizar una versión conjunta con exparamilitares que hicieron parte de los Comandos Populares que se desmovilizaron con el Bloque Bananero de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y que hoy están postulados a Justicia y Paz.

A la versión citada por el ente acusador comparecieron Rafael García, alias ‘El Viejo’; Cardenio Caicedo Mena, alias ‘El Burro’; Germán Tuberquia, alias ‘El Diablito’; Manuel Ángel Cartagena, alias ‘Omar’; Jesús Alirio Guisao, alias ‘El Tigre’; y Luis Antonio Córdoba, alias ‘Lucho’, quienes relataron su paso por ese grupo ilegal, que delinquió entre 1992 y 1995, en buena parte del Urabá antioqueño.

Cada uno de estos exparamilitares tuvo un nivel de participación distinto, por tal motivo, algunos aspectos fundamentales, como estructura jerárquica, origen de los recursos económicos, logísticos y de guerra, generó controversia entre ellos.

Ya será entonces la Fiscalía 17 de la Unidad de Justicia y Paz la que corrobore o descarte lo dicho por esos “excomandos”. Esta dependencia tiene sobre su escritorio cientos de registros de víctimas de este grupo armado ilegal. Tan sólo de Apartadó se registran por lo menos 600 casos.

Desmovilización de Epl

Para entender de dónde surgen los Comandos Populares es necesario referenciar el proceso de desmovilización del Ejército Popular de Liberación (Epl) que se plasmó en un acuerdo entre el Gobierno nacional y la comandancia de esa guerrilla, firmado el 15 de febrero de 1991 y concretado el 1 de marzo de ese año, cuando 2.200 combatientes dejaron las armas en cuatro campamentos, ubicados en Antioquia, Risaralda, Córdoba y Norte de Santander.

“Durante varios meses soplaron vientos de convivencia, de tranquilidad, en Urabá”, dijo Rafael García, alias ‘El Viejo’, un exguerrillero del Epl que después de la dejación de armas fue encargado de manejar una oficina de reinsertados en el municipio de Apartadó. “Yo me movilizaba por la zona sin problemas, porque había una convivencia pacífica en esa época”.

Los acuerdos con el gobierno nacional le permitieron a algunos de los desmovilizados reintegrarse a la vida legal y construir un movimiento político que le fue fiel a la sigla del otrora grupo guerrillero. Se llamó Esperanza, Paz y Libertad. En la región, todo militante de esa organización política fue identificado como “esperanzado”.

Al parecer ese término les venía bien, pues, según alias ‘El Viejo’, reflejaba un nuevo propósito para el Urabá antioqueño, en el que se pretendía no sólo reinsertar de manera integral a los excombatientes del Epl, sino adelantar procesos políticos que les permitiera participar en escenarios democráticos, donde sobresalieran por sus propuestas y no por sus acciones bélicas.

“Toda la gente del Epl se desmovilizó”, afirmó García, con lo que quiso subrayar la idea de que por lo menos en este proceso no hubo guerrilleros que evitaron la dejación de armas. Incluso, narró que a ellos se unieron los llamados “Tangueros”, una facción paramilitar que habían creado los hermanos Fidel y Carlos Castaño en Córdoba, para enfrentar a la guerrilla.

“A Pueblo Nuevo llegaron tres miembros de ‘Los Tangueros’, entre ellos alias ‘Doblecero’ (Carlos Mauricio García Fernández) y se reunieron con la cúpula del Epl que estaba con el gobierno. Allí dijeron que querían aportarle a la pacificación de Urabá y norte de Córdoba. Se crearon unos compromisos para copar aquellos territorios que iban a dejar vacíos ‘Los Tangueros’ y el Epl”, indicó García.

Pero los tiempos de tranquilidad, al decir de alias ‘El Viejo’, se fueron perdiendo debido, según este exparamilitar, al incumplimiento del gobierno nacional en los compromisos pactados con la dirigencia del Epl y con los exparamilitares ligados a los hermanos Castaño.

“Hubo intranquilidad, inconformidad, porque el gobierno no cumplió”, aseveró García. “Y los inconformes incitaron a conformar nuevamente el Epl. Se creó entonces la disidencia, bajo el mando de Francisco Caraballo y ‘Gonzalo’ (David Mesa Peña). Su primer objetivo fue matar a los reinsertados que no se quisieron ir con ellos”.

Una de las masacres más cruentas contra los “esperanzados” se registró en el barrio La Chinita, de Apartadó, el 23 de enero de 1994, cuando un comando de las Farc irrumpieron en un establecimiento público y dispararon de manera indiscriminada contra las personas que estaban allí. En el hecho, murieron 35 personas. Esta guerrilla calificó de “traicioneros” a los desmovilizados del Epl.

El retorno a la guerra

Como reacción las acciones armadas de la disidencia y de las Farc se crearon los Comandos Populares. Su inicio estuvo determinado por el secuestro de tres “esperanzados” el 5 de marzo de 1992 en el municipio de Apartadó. El nombre del grupo surgió en una reunión de líderes convocada por Teodoro Díaz Lobo, alias ´Platón´, un reinsertado del Epl que hacía parte de los cuadros políticos del movimiento. De inmediato procedieron a hacer grafitis anunciando su entrada en operación.

“Los Comandos Populares nacimos para defendernos del ataque de la guerrilla”, explicó Jesús Albeiro Guisao Arias, alias ‘El Tigre’, uno de los postulados que admitió la comisión de varios delitos, entre ellos homicidios y desplazamiento forzado, siendo integrante de ese grupo.

No obstante, otras versiones dan cuenta del reclutamiento de campesinos para engrosar las filas del naciente grupo armado ilegal, varios de ellos sólo simpatizantes del movimiento.

“La disidencia del Epl nos quería matar a nosotros porque decían que éramos simpatizantes de Esperanza, Paz y Libertad”, dijo Manuel Ángel Cartagena Rojas, alias ‘Omar’, razón por la cual aceptó la invitación a formar parte de los Comandos desde mediados de 1992. Una noche fue reclutado y trasladado a una zona de concentración donde recibió entrenamiento. Tres meses después recibió su uniforme azul, que los distinguió en la zona, y vio llegar los primeros fusiles AK-47 y M-16.

Una vez reclutado, decidió dejar su trabajo campesino: “Como ya nos metimos a los Comandos, uno era enemigo del Epl, entonces no se podía salir de ahí. Yo hice trabajo de inteligencia en zona rural de Turbo para evitar que entraran los de la disidencia del Epl a las fincas, así como los de las Farc y los de la Corriente de Renovación Socialista (una disidencia del Eln), que también nos atacaban”.

Germán de Jesús Tuberquia Salas, alias ‘El Diablito’, le contó a la Fiscalía cómo fue reclutado: “Yo trabajaba en una parcela con mi cuñado. No fui del Epl, tampoco de otro grupo guerrillero. Me reclutó uno de los muchachos que se mantenía en la vereda. Yo iba dos o tres días a los Comandos, sobre todo los fines de semana. Ellos me venían a buscar para andar por ahí”.

Por su parte, Luis Antonio Córdoba, alias ‘Lucho’, admitió que estuvo en una reunión con la disidencia del Epl, pero no lo convencieron: “Como no los quise seguir, me iban a asesinar, llegaron a la finca a matarme y me volé. Cuando llegó la gente de los Comandos a combatir la guerrilla entonces dije que mejor me metía a ese grupo, porque el Estado era incapaz de defendernos”. Su función, dijo, fue quedarse en la finca de su familia y vigilar, para ello le dieron un revolver 3: “Yo no patrullé con los comandos, ni me uniformé”.

Si bien alias ‘Lucho’ dio puntadas para entender cómo operaban los Comandos Populares, fue Guisao Arias quien precisó el tema: “Trabajábamos en las fincas legalmente toda la semana. Yo salía una o dos veces cada quince días a hacer algunos trabajos”. De esta manera, lo reconoció él mismo, perpetró varios homicidios en el corregimiento Currulao, de Turbo.

Sobre los incentivos económicos, aseguró que les pagaban los administradores de las fincas: “No sé si ellos sabían en qué estábamos, pero nos íbamos dos, tres, cuatro días a los Comandos, y en la finca nos llegaba el pago normal, como si hubiésemos trabajado toda la semana. No sé cómo fue manejado eso, pero eso funcionó así, y conmuchas personas. Todo Urabá sabe eso”.

García precisó que “lo de los muchachos en las fincas no era nuevo. Lo mismo hicieron cuando eran del Epl, y lo mismo hacían las Farc. Sacaban la gente de las fincas por días, hacían los trabajos y luego volvían a trabajar”.

Pero no sólo los ex Epl volvieron a la guerra. Según alias ‘El Viejo’, quienes también se rearmaron fueron ‘Los Tangueros’, pues sintieron que también el Gobierno les incumplió. “Ahí es cuando surge el nombre de las Accu”, precisó el exparamilitar.

Así se estructuraron
De acuerdo con la Fiscalía 17 de Justicia y Paz, en el Urabá antioqueño los Comandos Populares conformaron cinco facciones, distribuidas en los municipios de Turbo, Apartadó y Carepa, comandadas por antiguos guerrilleros del Epl.

La primera de ellas hizo presencia en el área de San Jorge, municipio de Turbo, cuyo jefe fue Benito Ricardo Betin Muñoz, alias ‘Mataperro’, y de donde surgió Ever Velosa García, alias ‘HH’; la segunda, en Apartadó, con Teodoro Díaz, alias ‘Platón’, como comandante; la tercera estuvo en el embarcadero de Zungo, de Carepa, al frente de la cual estuvo Realvale Sepulveda Corrales, alias ‘Alfonsito’; la cuarta en Churidó, vía Turbo-Necoclí, comandada por Manuel Salvador Bedoya Gómez, alias ‘Alfair’; y la quinta en Nueva Colonia, de Turbo, con Pedro Camacho, alias ‘Camacho’, a la cabeza.

Sobre los mandos superiores de esas facciones, los ex paramilitares no se pusieron de acuerdo. Alias ‘El Tigre’ detalló lo que para él fue la comandancia de los Comandos Populares. Según él, estuvieron Manuel Teodoro Díaz, alias ‘Platón’; Mario Agudelo Vásquez; Miguel Galeano, alias ‘Ratón’; Rafael García, alias ‘El viejo’, y Aníbal Palacio, quienes conformaban la dirección política de Esperanza, Paz y Libertad. “Esta es mi verdad, ya ustedes confirmarán”, le dijo a la Fiscalía. “Urabá enteró sabe la verdad sobre la comandancia de los comandos populares”.

Alias ‘El Viejo’ descartó que los Comandos Populares hayan surgido con el apoyo de la dirección política del naciente movimiento político Esperanza, Paz y Libertad: “Estoy seguro que si hubiese sido Esperanza la que hubiera montado este grupo, la ‘Casa Castaño’ no hubiera dejado pelechar a los Comandos Populares, porque lo hubieran catalogado una fuerza contraria a sus aspiraciones”. No obstante, admitió que esa estructura armada fue conformada por “desmovilizados de Esperanza, Paz y Libertad. Eso es una realidad”.

Ante la insistencia de la Fiscalía por precisar quiénes fueron los jefes de los Comandos Populares, alias ‘El Viejo’ respondió que “esa es la pregunta del millón”, aunque agregó que ante lo que se venía dando en la zona de Urabá con la disidencia del Epl y las Farc, se veía en los Comandos una manera de seguir subsistiendo.

“No solo Esperanza coincidía con eso”, afirmó García. “Lo que yo no puedo decir acá es que ellos (los dirigentes de Esperanza) comandaban los Comandos, porque yo nunca los vi. Si hubiera visto a líderes sindicales y políticos dirigiéndolos lo diría, pero no puedo venir a decir que ellos eran comandantes. Que tuvimos que ver sí, en eso todos somos responsables”.

Un informe del DAS fechado el 4 de mayo de 1995 daba cuenta de la existencia de un grupo armado que, según las investigaciones, utilizaba la oficina de reinsertados del Epl en Apartadó para la comisión de homicidios de finqueros, administradores, amenazas con fines terroristas y porte de armas. De acuerdo con este documento, el grupo armado referenciado estaba al mando de Rafael García.

Sin embargo, entre los años 1992 y 1995, los Comandos Populares no fueron combatidos por la Fuerza Pública. Según alias ‘El Tigre’, a ellos “no los perseguía nadie”. Para sustentar su afirmación narró que en una ocasión cuidó con algunos de sus hombres ycon agentes del DAS una finca donde se estaba presentando un robo continuado de cartón.

Por su parte alias ‘El Burro’ aseveró que en Urabá “todos sabían que estábamos en las fincas”. Y agregó que cuando en una de las fincas hacían una fiesta no buscaban la Policía para que protegiera a los asistentes, sino a los Comandos Populares. “Nosotros éramos la ley en las fincas. Nunca tuvimos arremetidas por parte del Ejército y de la Policía, eso nunca pasó”.

Alias ‘El Viejo’ expuso otra visión del asunto. Según él, los Comandos Populares no tenían acuerdos con la Fuerza Pública, “lo que ocurría era que el Ejército no patrullaba la zona y la Policía no actuaba mucho. Cuando hacían presencia en algunas fincas, la gente le avisaba a los Comandos. No había acuerdos”, precisó.

Lo que sí hubo, según este exparamilitar fue patrullajes del Ejército que, como no conocía algunas zonas, recurrió a los reinsertados del Epl para que los guiaran. “Por ello la gente se refería a esas acciones como operaciones conjuntas entre “esperanzados” y el Ejército”, indicó.

Los Castaño, detrás
La Fiscalía 17 de Justicia y Paz mostró particular interés en determinar de dónde habían salido las armas, los uniformes y los pertrechos para que los Comandos Populares libraran la guerra contra la disidencia del Epl y las Farc. En este punto tampoco hubo una versión coherente.

Días antes de la desmovilización, según alias ‘El Viejo’, los comandantes del Epl le ordenaron a varios de sus hombres esconder un armamento. “A sus hombres de confianza les entregaron armas para guardar. A mí me entregaron un fusil Galil”, dijo el exparamilitar, de donde se infiere que parte del armamento usado por los Comandos vendría de allí, lo que no es claro, puesto que los disidentes del Epl recurrieron a esas armas para reestructurarse y reanudar su lucha insurgente.

Quien dio claridad al respecto fue Cardenio Caicedo Mena, alias ‘El Burro’, quien ingresó a los Comandos Populares una vez comenzó el reclutamiento en Urabá. Su experiencia de dos años en el Ejército, donde prestó por dos años el servicio, atrajo la atención del comandante conocido con el alias de ‘Camacho’, quien lo incorporó a su grupo en Nueva Colonia.

Una de las primeras preguntas que hizo Caicedo Mena era de dónde saldrían las armas para enfrentarse a la guerrilla: “Camacho me dijo que no me preocupara, que teníamos el apoyo de la Casa Castaño. Eso fue en el año 92. Al año siguiente nos enviaron un calzado”.

Alias ‘El Burro’ agregó que los Comandos recibieron, además, orientación de los paramilitares de Castaño, aunque admitió que algunas personas de Esperanza, Paz y Libertad no estaban de acuerdo que tuvieran vínculos con las Accu, “pero ya había comandantes que estaban con los Castaño, los visitaban en San Pedro de Urabá y recibían sus indicaciones”, dijo.

En 1995 la guerra en la región de Urabá se había recrudecido y las Accu comenzaron a tener una mayor presencia armada, lo que significó la fusión de los Comandos Populares en esa organización paramilitar, para fortalecerla. La decisión no estuvo exenta de enfrentamientos.

Según alias ‘El Tigre’, en esa época recibió la orden de matar a varios de los que habían participado en los Comandos Populares. “No entendí eso, pero la hice efectiva, y participé en varios homicidios y desapariciones, que ya he aceptado en otras versiones. Me dieron la orden de acabar con los mandos medios. La cúpula era intocable”.

Rafael García hizo referencia a una reunión que tuvo con Carlos Castaño en la finca Las Tangas, en Valencia, Córdoba. Allí, el jefe de las Accu le dijo que los Comandos Populares estaban operando muy bien, que “el Eje Bananero lo tienen muy controlado de guerrilla, pero falta la parte más dura, que es la política”.

La tarea de exterminio fue asumida directamente por las Accu en 1995. Ya para ese año, los Comandos Populares dejaron de existir como estructura autónoma y se incorporaron a los paras de los Castaño.

En ese momento comenzó una de las fases más sangrientas de la guerra en Urabá, que tuvo como blanco a líderes de la Unión Patriótica, sindicalistas que hacían parte de Partido Comunista y a todo aquel que simpatizara con ambos movimientos. Pero esa ya es otra historia.