“La venganza es muy jodida”: Adán ‘El Negro’ Rojas

      
En entrevista con VerdadAbierta.com, Adán Rojas, alias ‘El Negro’, quien creó uno de los grupos de autodefensas más antiguos de Colombia en la Sierra Nevada de Santa Marta, cuenta su historia.


Adán ‘El Negro’ Rojas, dominó parte de la Sierra durante más de veinte años.

Venganza. Es sin duda la palabra que ha guiado la vida de Adán Rojas. Rojas cuenta que cuando sólo tenía 12 años, en 1956, guerrilleros comandados por Pedro Antonio Marín, alias ‘Tirofijo’ llegaron a la finca de su familia en Chapinero, Huila, y asegura que asesinaron a su padre delante de toda la familia porque no le quisieron dar panela a ‘Tirofijo’.

La decisión del joven Adán Rojas fue la misma que la de miles de campesinos en los cincuenta: coger las armas para proteger a su familia y vengar la muerte de su padre. Se unió a Jesús María Oviedo, alias ‘Mariachi’, un bandolero anticomunista que delinquió en los años cincuenta en el sur de Tolima.
Seis años después, cansado de la guerra, se fue a la Sierra Nevada de Santa Marta, siguiendo los pasos de su madre y de miles de familias ‘cachacas’, como le dicen en el Caribe a la gente del interior, que huían de la violencia en Tolima, Huila, Santander y Antioquia y que instalaron fincas cafeteras en las tierras altas de la montaña.

Pero la guerra volvió a tocar a su puerta. A finales de los setenta las Farc se tomaron Palmor, el pueblo donde vivía. Sostiene que le tocó desenterrar las armas para defender a los suyos. Así nació el clan de Los Rojas, que dominó todo el occidente de la Sierra Nevada durante casi dos décadas.

Con sus hijos y sus sobrinos organizaron las autodefensas en la Sierra, después de seguir cursos junto a los hermanos Castaño y al mercenario israelí Yair Klein. Su gesta confundió guerrilleros con militantes de izquierda y asesinaron a decenas de militantes de la Unión Patriótica y sindicalistas de las palmeras y bananeras en Ciénaga, en Fundación; se aliaron con políticos, ganaderos y narcotraficantes de Magdalena; y se enfrentaron a muerte con el Eln.

En 2000 el grupo de Los Rojas llegó a su fin. Se enfrentó con Hernán Giraldo, un colono antioqueño que también tenía un grupo paramilitar en la Sierra Nevada. Para hacerle frente a Giraldo, Los Rojas acudieron a los Castaño y a Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’, que ese momento buscaban unificar todos los paramilitares bajo el paraguas de las Auc.

Desde la cárcel Rodrigo Bastidas de Santa Marta, donde ha pasado más de 10 años, Adán ‘El Negro’ Rojas conversó con VerdadAbierta.com.

 
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Adán Rojas nació en 1944 en Chapinero un pequeño poblado en las montañas del Huila, azotado por la violencia partidista de los años cincuenta. Según contó, un miércoles santo, guerrilleros comunistas de Pedro Antonio Marín, alias ‘Tirofijo’ asesinaron a Camilo Rojas, su padre, delante de sus 11 hijos y su esposa. ¿La razón? No les quiso dar cinco cargas de panela ni dejó que se llevaran a sus dos hijos mayores a las filas rebeldes.

Cinco tiros en la espalda y varios machetazos lo dejaron agonizando delante de su familia. Ahí arrancó su camino de venganza. Con sólo 12 años se unió en Planadas, Tolima, a Jesús María Oviedo, alias ‘Mariachi’ y a ‘Peligro’, liberales, declarados anticomunistas, que llegaron a comandar más de 600 hombres en el sur del Tolima y que pelearon contra los hombres de ‘Tirofijo’ y de Jacobo Prías Alape, alias ‘Charro Negro’.

Por más de seis años Adán Rojas se disputó el sur del Tolima, parte del Valle y Huila con ‘Tirofijo’ y su banda de comunistas. Al final quedó de comandante “porque yo les salió bueno para la guerra”, dijo el veterano paramilitar.

“Después de unos años yo ya me aburrí, me desquité de la muerte de mi papá, fui a buscar otra vida a la Costa”, añadió. Aunque asegura que en esa época no quería volver a coger las armas, estuvo treinta años más en guerra.

 
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En los sesenta, Adán Rojas se reunió con su madre, que se había ido a colonizar tierras nuevas en la Sierra Nevada de Santa Marta. En esa época miles de campesinos que huían la violencia en Tolima, Huila, Santander y Antioquia se fueron a la región en busca de nuevas oportunidades.

Con un crédito del Banco Agrario en el bolsillo, Rojas se instaló en la Zona Bananera. Uno años después siguió su camino hacia Palmor, un pueblo cafetero en las tierras altas de la Sierra Nevada. Cuenta que un día, estando en Santa Marta, se enteró de que la guerrilla se había tomado el pueblo y que dos sobrinos habían muerto en el fuego cruzado.

“Vi que me estaban matando la familia y me tocó volver y armarme. Conseguí un poco de  campesinos que también la guerrilla los había jodido y ahí me volví a ponerme a guerrearles. Éramos unos 25, después 50 y así hasta llegara a unos 200”, dijo.

En el libro Aproximación a una historia oral de la colonización del investigador Alfredo Molano, varios colonos entrevistados en 1988 recuerdan que los primeros grupos paramilitares se formaron en Palmor en 1977. En ese momento, para ellos es claro que Rojas, según relata Molano, “ha recibido apoyo del Ejército, uniformes, y se desenvuelve con total impunidad por la región, tiene vinculación muy cercana con el comandante del batallón Córdoba, ganaderos de la zona ganadera y políticos deSanta Marta”.

Otro colono le dijo al sociólogo que “en el cementerio de Palmor sólo seis de las 134 personas enterradas ahí, han fallecido de muerte natural, los demás han sido víctimas de la ‘Mano Criminal’, como también se llama a los ‘chachos’ del MAS”.

Junto a sus hijos y a sus sobrinos Adán Rojas poco a poco se fue volviendo un señor de la guerra en la Sierra Nevada. Dominaban el sur oeste de la Sierra, Ciénaga, Fundación y parte del norte del Cesar. Se financiaron gracias a la ayuda de campesinos y sobre todo ganaderos del Magdalena.

En las entrevistas de Alfredo Molano, un habitante del área le contó que “El MAS ha asesinado a muchas personas, alegando que son colaboradores de la guerrilla, pero en el pueblo (Palmor) se comenta que son problemas personales por los cuales se obtienen contratos relativamente substanciosos”.

En 1996 Adán Rojas cayó preso y el mando de su grupo pasó a manos de su hijo Rigoberto. ‘El Negro’ estuvo preso hasta 1999, cuando se escapó de la cárcel Rodrigo De Bastidas de Santa Marta. En 2000 volvió a caer en Barranquilla en el momento en el que se estaba recuperando de una herida de bala en el brazo. Desde entonces ha estado tras las rejas.

 
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A finales de los ochenta los hermanos Castaño en Córdoba y Urabá y Henry Pérez en el Magdalena Medio, consolidaron el paramilitarismo moderno. Por sus escuelas de entrenamiento pasaron decenas de hombres que luego se volvieron jefes ‘paras’ en todo el país.

Según cuenta Adán Rojas, Camilo Dávila, hermano del político magdalenense José Domingo Dávila Armenta, investigado por parapolítica, y de Eduardo Dávila, condenado por narcotráfico, lo contactó con paramilitares del Magdalena Medio que tenían centros de entrenamiento.

En 1986 su hijo Rigoberto y varios sobrinos, Reinaldo, Mincho, Camilo, Javier viajaron a Puerto Boyacá. Durante varios meses se entrenaron en el Magdalena Medio y en Córdoba, en donde Rigoberto conoció a Carlos Castaño, quien también hacía el curso con instructores como el mercenario israelí Yair Klein y el teniente retirado del ejército Luis Antonio Meneses, más conocido como ‘Ariel Otero’. Los dirigentes de esa escuela eran Gonzalo y Henry Pérez.

En el 87, Rigoberto, ‘Rigo’ o ‘El Escorpión’ regresó a Santa Marta y se hizo cargo de la parte militar. A su regreso desató una guerra sucia, no contra guerrilleros, sino contra los militantes de izquierda y miembros de la Unión Patriótica (UP) en el Magdalena. La Zona Bananera, bastión emblemático del sindicalismo agrario colombiano desde los tiempos de la masacre de las bananeras en 1928, sufrió con fuerza el embate de Los Rojas.

La relación de Adán Rojas con los Castaño fue clave para que su grupo se afianzara en la Sierra Nevada. En varias oportunidades se reunió con Fidel Castaño en El Rodadero, cerca de Santa Marta, donde le entregó armas y mucha munición.

 
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Aunque Adán Rojas dijo que eran muy pocas las figuras públicas y los políticos que los apoyaron, queda la duda si se puede delinquir por más de 20 años en Santa Marta, Ciénaga y la Sierra Nevada sin que muchos funcionarios no se hayan hecho los  de la vista gorda.
 
Rojas asegura que “Edgardo nos ayudó con unas compras de 80, 100 millones”  que él le ayudó a Edgardo Vives en su campaña a la Alcaldía de Santa Marta, poniéndole votos de campesinos que vivían en su zona de influencia. También dijo que ‘Nacho’ (José Ignacio) Vives les ayudó.

José Ignacio Vives Echeverría y Edgardo Vives Campo, fueron políticos de mucho peso en Magdalena. Ambos llegaron al Senado, ocuparon la alcaldía de Santa Marta y la justicia los investigó, en casos diferentes, por irregularidades en la contratación.

‘El Negro’ Rojas también aseguró que tuvo relaciones con los Durán de Fundación que según dijo, lo financiaron y le daban información de presuntos colaboradores de la guerrilla.

El miembro más recordado de la familia es Jairo ‘El Mico’ Durán, un notorio narcotraficante, que se casó con un señorita Colombia y que las Farc asesinaron en 1992, al parecer por sus vínculos con las autodefensas.

Su hermano Alex, quién representante a la Cámara de Magdalena también llegó a las primeras planas de los periódicos. Las autoridades sospechaban que también tenía nexos con narcotraficantes. Fue asesinado en 1993.

En los setenta y ochenta el tráfico de drogas se tomó gran parte de la Sierra Nevada y los municipios aledaños. Naturalmente los grupos armados ilegales se beneficiaron de la bonanza.

En la entrevista con VerdadAbierta.com, Adán ‘El Viejo’ Rojas, aceptó que varios traficantes de marihuana y coca lo financiaron. Según dijo, Antonio Caballero y Sergio Salazar colaboraron con su grupo. Recordó que Antonio Caballero le dio dinero y armas y señaló que este es hermano del exsenador Enrique Caballero  Aduen, llamado a juicio por la Corte Suprema de Justicia por parapolítica.

‘El Negro’ también salpicó a Sergio Salazar, quién distinguió como cuñado de José Rafael ‘El Mono’ Abello, uno de los narcotraficantes más poderosos del Cartel de Medellín. Fue extraditado a Estados Unidos en 1989 y volvió a Colombia en 2007, después de cumplir su sentencia.

Las redes de Los Rojas también contaban con varios miembros de la fuerza pública. Según el ex jefe paramilitar, oficiales de la fuerza pública le daban información sobre presuntos colaboradores de la guerrilla. En sus versiones ante Justicia y Paz, mencionó a varios de ellos.

 
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A pesar de que Los Rojas coexistieron con otro paramilitar de la región, Hernán Giraldo, por más de 15 años, en febrero de 2000 estalló una guerra entre ellos. Varias diferencias terminaron enfrentándolos. Por un lado, a finales de los noventa los Castaño ordenaron reunir todos los paramilitares bajo su mando. Giraldo quiso mantener su independencia, pues no quería soltar el control del narcotráfico, el poder político y su feudo en todo el norte de la Sierra.

Además hombres de Giraldo asesinaron a tres agentes encubiertos de la DEA, la agencia estadounidense antidrogas, crimen que puso las Auc bajo fuerte presión de Washington.

Por último, a finales de 1999 hombres de Los Rojas asesinaron a Emérito Rueda, aliado político y amigo personal de Hernán Giraldo.

Según dijo en la entrevista, Rojas la muerte de Rueda fue un error de sus hombres. Contó que un cabo, suboficial que colaboraba con su grupo ilegal, fue a la Troncal del Caribe a robar una camioneta y atracó el vehículo de Emérito Rueda, sin saber quién era. El concejal murió en el tiroteo.

Este asesinato fue la razón principal que finalmente empujó Giraldo a atacar el campamento de Adán Rojas. Giraldo sentía que si no reaccionaba, los otros paramilitares iban a absorber poco a poco su poder. En el combate, unas balas de fusil alcanzaron a Adán y Rigoberto ‘Rigo’ Rojas. Los dos líderes del clan alcanzaron a escapar, pero las autoridades los capturaron pocas semanas después, mientras se recuperaban de sus heridas en Barranquilla.

Pero la guerra paramilitar en la Sierra no quedó ahí. Lo que quedaba de Los Rojas se reencontró con sus viejos aliados, los hermanos Castaño y Rodrigo Tovar Pupo, alias ‘Jorge 40’.

Cientos de ‘paras’ de ‘Jorge 40’ cercaron el pequeño ejército privado de Hernán Giraldo, quien firmó un acuerdo de paz en 2001 y se sometió al poder de las Auc.

En la entrevista con VerdadAbierta.com Adán Rojas dijo que “Carlos (Castaño) mandó a llamar a mis hijos,  y les dijo que se vinieran donde ‘Jorge 40’, que él los recibía.  Mandaron mil hombres a recoger a Giraldo”.

Sobre Hernán Giraldo, Rojas dice que nunca fue de las autodefensas y se dedicaba al narcotráfico, a asesinar ladrones y drogadictos: “Hernán sólo se metió a la guerra por la plata, dice que le peleaban a la guerrilla, pero ellos más que todo eran peleaban por el narcotráfico y matando raticas”.
Giraldo fue extraditado en abril de 2008 a Estados Unidos, donde es juzgado por narcotráfico.

 
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Para alguien que como Rojas guió su vida con las armas y que siempre siguió la venganza como patrón, es difícil reconocer a las víctimas como tales.  Si bien en la entrevista de VerdadAbierta.com Adán Rojas dice que les pide perdón a sus víctimas, también justifica su violencia.

Le dijo a VerdadAbierta.com que muchos campesinos vienen a las audiencias a “cobrar sus muertos” y  “que el gobierno se los va a pagar”.

De todos modos, según declaró, todo es culpa de la guerrilla que mató a su padre hace más de cincuenta años pues fue la que le enseñó a ser malo. “La venganza es muy jodida, si le matan a su padre o su madre usted se vuelve malo. A mí me mataron a mi padre y todavía me duele, tocaba pararse uno”.