Los primeros resultados que arroja el proyecto Basta Ya Medellín señalan que la ciudad ha vivido en los últimos cuarenta años múltiples niveles de violencia, pero también ha presenciado decenas de experiencias de resistencia ciudadana.

Desde la década del setenta, Medellín ha vivido diferentes ciclos de violencia que la han convertido en la ciudad capital con el mayor número de víctimas en el país. Con todo y ello, la sociedad medellinense ha dado muestras de resistencia y superación y una capacidad para enfrentar los retos que siempre le plantean los fenómenos violentos.

La anterior es una de las conclusiones que arroja la primera fase del proyecto Basta Ya Medellín, investigación liderada por la Corporación Región y la Alcaldía de Medellín y que cuenta con el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica (Cnmh), las cuales fueron presentadas públicamente en días recientes en el Museo Casa de la Memoria.

Se trata de la primera iniciativa de carácter regional que busca indagar por los impactos que ha generado en la capital antioqueña décadas de conflicto armado y violencia exacerbada, identificar sus dinámicas, reconocer sus actores y, ante todo, hacer visibles a las víctimas.

Para ello, durante este primer momento un equipo interdisciplinario integrado por reconocidos académicos de las universidades Eafit y de Antioquia, se dedicó a rastrear toda la información documental posible sobre la violencia en la ciudad; además, convocaron a más de 300 víctimas de todos los actores armados y de todas las condiciones sociales para realizar talleres de memoria con ellos; organizaron grupos focales y recorrieron sitios emblemáticos de la ciudad, todo con el fin de responder los interrogantes ¿qué pasó en Medellín? pero más importante aún, ¿por qué?

Producto de estas actividades, los investigadores identificaron cuatro momentos históricos que ayudan a comprender la evolución y transformación de la violencia en la ciudad. De acuerdo con Manuel Alberto Alonso, docente del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia y uno de los integrantes del equipo investigador, cada momento tiene sus protagonistas particulares así como formas diferenciadas de victimización.

De la violencia política a las acciones criminales

En agosto de este año iniciaron las excavaciones en el sector de La Escombrera, en la Comuna 13, con el fin de encontrar los restos de las personas que desapercieron los paramilitares tras la Operación Orión.“Hay un primer momento que denominamos como ‘el desafío revolucionario’, que temporalmente puede ubicarse en la década de los setenta. Se caracteriza por una violencia deEstado, dirigida contra organizaciones sociales, sindicalistas, partidos de izquierda, estudiantes universitarios”, señala Alonso, quien agrega: “sobresalen en esa época las desapariciones forzadas, los homicidios selectivos, la tortura, los allanamientos, pero también los secuestros extorsivos y los secuestros políticos por parte de las guerrillas”.

A este periodo le siguió un momento de profunda turbulencia y violencia indiscriminada. “Hablamos de la década de los ochenta, donde se entrecruzan la violencia política y la guerra contra el Estado que declaró Pablo Escobar. Se cruza la violencia ejercida por agentes del Estado, pero también la ejecutada por mafiosos, ‘paras’, guerrillas”, añade el docente de la Universidad de Antioquia. El terrorismo indiscriminado y la violencia selectiva contra dirigentes sindicales, defensores de derechos humanos, organizaciones no gubernamentales, entre otros, caracterizan este periodo.

Y así como el conflicto armado vivió un proceso de transformación en la década de los noventa, Medellín también experimentó una mutación hacia una violencia localizada en territorios específicos. Fueron los años de las milicias populares, de la urbanización de las guerrillas y de la llegada de los paramilitares a los barrios.

“Es una violencia que produce desplazamientos forzados, reclutamientos forzados, violencias sexuales y otras violencias pero en entornos específicos. El paradigma de este momento es la comuna 13 y la Operación Orión, porque resume todo lo que queremos significar con eso de violencia que se concentra en territorios, donde la guerra se libra en barrios estratégicos para los intereses del conflicto”, advierte Alonso.

El cuarto momento lo constituye la violencia ejercida por las estructuras surgidas luego del proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc). Como en buena parte del país, Medellín no fue ajena a la confrontación armada que sostuvieron estructuras criminales integradas por desmovilizados de las Auc por el control de rentas ilegales y que dejó cientos de víctima.

El rastreo tanto documental como testimonial no solo ayudó a identificar los hitos de la violencia en Medellín. También permitió reconocer decenas de experiencias de ciudadanos que han resistido a esa violencia mediante expresiones artísticas, trabajo comunitario, promoción y defensa de los derechos humanos, entre otros. Según Jorge Giraldo, decano de la Escuela de Ciencias y Humanidades de la Universidad Eafit y uno de los investigadores del proyecto, “Medellín ha experimentado diferentes niveles de violencia, pero al mismo tiempo se ha repensado a raíz precisamente de esa violencia”.

Para Marta Villa, integrante de la Corporación Región, una de las particularidades de este informe es la participación de una entidad estatal, en este caso, la Alcaldía de Medellín, quien aportó los recursos económicos para este momento. “Hemos trabajado con la institucionalidad pero siempre en el plano del respeto y absoluta independencia”, dice Villa, quien manifiesta que la idea es que el Basta Ya Medellín sea mucho más que un informe académico.

“Queremos que sea un proceso de ciudad. Además del informe impreso tenemos pensado realizar actividades itinerantes, una multimedia, entre otros. No se trata de un informe que busca imponer una verdad; por el contrario, queremos que el Basta Ya recoja las diferentes verdades sobre la violencia en la ciudad”, señala.

Claro está, todo lo anterior dependerá, en buena medida, de las decisiones que tome el próximo alcalde de Medellín, sobre si decide continuar apoyando económicamente este proyecto que muchos ya catalogan como vital para una ciudad que quiere comprender su pasado, para no repetirlo.