La incertidumbre agobia a víctimas de ‘Juancho Dique’

      
Tres campesinos que sobrevivieron a las masacres de Las Brisas, Chengue y El Salado, en Montes de María, recuerdan lo sucedido y expresan, cada a uno a su modo, lo que sienten frente a la posibilidad de que quien comandó esas acciones criminales quede en libertad por pena cumplida.

juancho-dique-audiencia-620x400Uber Enrique Banquez Martínez, alias ‘Juancho Dique’, durante la lectura de fallo del Tribunal de Justicia y Paz por la masacre de Mampuján. Foto: archivo Semana.

Tres de las masacres cometidas por una facción de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) se perpetraron en varias zonas de la región de los Montes de María hace más de 10 años. Se trata de El Salado, en el municipio de El Carmen de Bolívar; Las Brisas, en San Juan Nepomuceno; y Chengue, en Ovejas. Esas acciones criminales fueron dirigidas por Uber Enrique Banquez Martínez, alias ‘Juancho Dique’, quien comandó el Frente Canal del Dique y hoy está a la espera de una decisión judicial que determine si puede quedar en libertad.

Ante esa posibilidad, las víctimas de aquellas incursiones armadas expresan sentimientos distintos. Unas tienen un profundo temor, otras creen que ese miedo es normal y nada va ocurrir y unas más se inclinan por perdonar a quien hizo tanto año.  A todos ellos los embarga, sin embargo, una sensación de incertidumbre.

Marco Oviedo, presidente de la Asociación de Víctimas de Chengue (Asovichengue), afirma que tiene miedo, así alias ‘Juancho Dique’ diga que estudió mucho en prisión y se esté rehabilitando.  Hace dos años amenazaron de muerte a Oviedo: “Un hombre me llamó por teléfono dos veces, decía que estaba en la Jagua de Ibirico, pero que vendría por mí para que no siguiera jodiendo”. Le preocupa que vuelvan a amenazarlo si Banquez queda libre.

Este líder tenía 21 años cuando un comando de las Auc asesinó a 27 campesinos a punta de golpes de mazo en Chengue. La salvaje masacre ocurrió el 17 de enero de 2001. Ese día, su mamá lo despertó a las 4 de la mañana para que saliera del pueblo y se refugiara entre los matorrales porque a esa hora ya había tropas de las Auc en el caserío.

“Me escapé por el patio y pasé en ropa interior por una finca llena de árboles de aguacate, sin siquiera saber dónde estaban mis cuatro hermanos. Solo me detuve después de un rato, cuando noté que mamá se había quedado y no fui capaz de devolverme. Me quedé paralizado entre la maleza”, recuerda Oviedo.  

Él salió de su escondite a las 6 de la mañana. Su mamá se había ocultado en un rincón del patio, salvándose de morir quemada. Los paramilitares saquearon e incendiaron todo en menos de dos horas. Le mataron ocho primos. Ese mismo día su familia se desplazó a Ovejas.  

Alias ‘Juancho Dique’ se enfrenta a un dilema judicial: si bien una magistrada en Barranquilla le concedió la libertad tras considerar que ya cumplió con sus compromisos en Justicia y Paz, la decisión fue apelada por la Fiscalía y la Procuraduría, pues consideran que el exparamilitar no ha cumplido con todos los requisitos exigidos por la ley, entre ellos no volver a delinquir; además, una juez de ejecución de penas de Bogotá le negó la salida de prisión con el argumento de que no ha cumplido con los 8 años de prisión.  La decisión final está en manos de la Corte Suprema de Justicia. (Leer: Por qué ‘Juancho Dique’ no va a quedar aún en libertad)

Oviedo cuestiona lo que ha pasado con el exparamilitar: “Estamos inconformes con la Ley de Justicia y Paz. Queremos conocer la verdad y aún no nos reparan”, afirma Oviedo.

“Hay que sacrificar” para llegar a la paz
Álvaro Salazar* es uno de los campesinos que lideró el retorno a El Salado en 2002, después de que más de 400 paramilitares mataran a 66 personas y desplazaran a 100 más entre el 16 y 21 de febrero del año 2000. Se salvó porque días antes había salido del pueblo, luego de recibir amenazas de muerte. En la acción armada perdió a varios de sus familiares.

Tras ser amenazado, salió del país y vivió en Holanda, Suiza y España. También estuvo preso en la cárcel de Ternera, en Cartagena, acusado de rebelión, porque se atrevió a volver al pueblo. “Estaba peor que nada. A El Salado se lo había tragado la manigua, pero regresamos porque es nuestro hábitat natural. Aquí lo tenemos todo”, dice.

Al igual que Oviedo, este labriego tiene miedo de que alias ‘Juancho Dique’ recupere su libertad, pero reconoce que ese tipo de sentimientos es normal, lo mismo le pasó cuando 100 familias retornaron al pueblo, quizá porque recuerda la masacre o crea que algo así pueda volver a pasar. “La pena alternativa es irrisoria, pero en aras de llegar a la paz, hay que sacrificar algunas cosas, como aceptar el hecho de que salga de prisión”, asegura.

No siente temor
Rafael Posso es un campesino que perdió a tres miembros de su familia en la masacre de Las Brisas. Allí los paramilitares comandados por alias ‘Juancho Dique’ mataron a 12 campesinos el 11 de marzo del año 2000.

Posso estaba en San Juan Nepomuceno cuando se enteró de que su tío, suegro y dos primos habían sido asesinados por las Auc en el caserío. “Presté un animal y salí a buscarlos. Pero en el camino me encontré a un gentío que había salido del pueblo con ollas, ropas y animales; me pedían que me devolviera porque los ‘mochacabezas’ no se habían ido. Seguí avanzando hasta que hallé a mis familiares sobre un mulo. Murieron a machetazos porque, según las Auc, eran guerrilleros de las Farc”, recuerda.

Pese a las afectaciones padecidas, este labriego no le teme a que alias ‘Juancho Dique’ quede en libertad. “Todos nos equivocamos y tenemos derecho a comenzar una nueva vida, aunque todavía hace falta que él cuente toda la verdad”, afirma Posso y respalda sus palabras en su conversión a la iglesia cristiana a la que llegó luego de que uno de sus pequeños le confesara que iba a “matar a puños” a quienes les hicieron tanto daño.

(*) Nombre modificado a solicitud de la fuente.