Se le creció la nariz

      
Ha mentido decenas de veces. Aun así, este ex guerrillero de las Farc sigue siendo el testigo número uno de la Farcpolítica.

Nadie entiende por qué a un mitómano como saldaña todavía le cree la justicia. Fotomontaje: Semana.

Todo empezó en marzo de 2006 cuando un temido desertor de las Farc convertido en extorsionista profesional, que había sido capturado por la Policía y que tenía más de una docena de procesos encima, logró que el gobierno le creyera el cuento de que iba a desmovilizar a un grupo de milicianos en el Tolima. En esa ocasión, Raúl Agudelo, más conocido como ‘Olivo Saldaña’, disfrazó de guerrilleros a varios de sus familiares, les abrió campo a delincuentes comunes, y vistió de camuflado a un puñado de activistas políticos cercanos a las Farc. Como si fuera poco, dijo que entregaba un avión de las Farc que ni siquiera había visto en su vida, y que estaba al otro extremo del país, que a la postre resultó que había sido decomisado a un narcotraficante.

Saldaña no tuvo que pagar ninguna consecuencia por mentirle al país. Por el contrario, resultó incluido en la Ley de Justicia y Paz, a pesar de que no se había desmovilizado sino que había sido capturado y luego se convirtió en ‘gestor de paz’, lo que le ha dado el privilegio de dar conferencias ante multitud de jóvenes en universidades. Además se convirtió en testigo en varios procesos de la llamada Farcpolítica.

Atestiguó en la Corte Suprema en casos contra congresistas que ya fueron precluidos, como Gloria Ramírez y Jorge Robledo, pero según una fuente de este tribunal Saldaña “realmente no tiene información para dar” por lo menos en estos casos. Con base en sus señalamientos, el año pasado fueron detenidos varios funcionarios y ex funcionarios de Planadas, Tolima, la mayoría de los cuales quedaron libres en diciembre porque no se les pudo comprobar ningún nexo con las Farc. Por su testimonio también tiene un proceso abierto el ex gobernador de Tolima y actual congresista del Polo Democrático, Guillermo Alfonso Jaramillo, a quien Saldaña le ha atribuido una relación política con las Farc, que hasta ahora no se ha podido probar.

En las últimas semanas el dedo señalador de Saldaña se elevó contra un eminente profesor de Economía de la Universidad Nacional. Beethoven Herrera es un veterano docente e investigador de economía, que se ha dedicado por cuatro décadas a la labor científica. El año pasado fue premiado por el periódico Portafolio como el mejor docente universitario del país, por sus aulas ha pasado buena parte de la dirigencia nacional y entre sus alumnos se destacan Jaime Garzón y el general Rosso José Serrano y varios congresistas. Sin embargo, ahora enfrenta un proceso como eventual auxiliador de la guerrilla.

En una amarga carta que está circulando en Internet, Herrera relata qué pasó. Su hermano Benhur, de 70 años, se encuentra en la cárcel porque a pesar de ser “anticomunista, antisocialista y gran capitalista” terminó acusado de ser financiador de las Farc, todo porque en 1998 ganó la licitación para construir una central eléctrica en Melgar y fue extorsionado por las Farc. Como se negó a pagar, le pusieron una bomba a la central eléctrica, entonces, relata Herrera “mi hermano concluyó que era inevitable acceder a la extorsión pues las autoridades no demostraban capacidad de proteger las obras ni a sus dueños”.

Como Beethoven figuraba en la junta directiva de la empresa de su hermano, también está siendo investigado y la Fiscalía ha embargado sus bienes: el apartamento donde vive y un carro familiar. Aunque Herrera se negó a dar declaraciones para no interferir en el proceso que se le sigue, elcaso tiene consternada a la comunidad académica donde Herrera es muy respetado.

Si bien es cierto que la Fiscalía tiene toda la razón en investigar a las empresas que han desviado recursos a las guerrillas o paramilitares, por el motivo que sea, también hay que señalar que, según un dirigente político del Tolima, “en aquella época nadie podía garantizarles protección ni a las empresas ni a las personas”

Lo que nadie entiende es cómo un mitómano como Saldaña en lugar de recibir sanciones por haber mentido en tantas ocasiones, todavía merece credibilidad por parte de la justicia; cómo puede dictar ‘cátedra’ a los jóvenes en las universidades, de la mano del gobierno, y cómo tiene todavía quién le escuche sus cuentos, mezcla de verdad con mentiras, con los que busca ganar beneficios jurídicos, económicos o simplemente carcelarios.

Publicado en Semana, edición 1459 – Fecha: 17/04/2010