El detonante de las Autodefensas de Ortega

      
Cansados de la persecución de la guerrilla y tras el asesinato de dos líderes, una comunidad de indígenas y afros de Cauca se armó para defenderse. Justicia y Paz está reconstruyendo su historia.

El primer postulado de las Autodefensas Campesinas de Ortega, Jairo Guachetá, confesó ante Justicia y Paz cómo nació y cómo se organizó ese grupo armado ilegal de Cauca. Foto: Semana.

Las autodefensas que antecedieron al Bloque Calima
Justicia y Paz procesará crímenes de las Autodefensas de Ortega
La alianza que aterrorizó a Cajibío

    
   

El nombre de las Autodefensas Campesinas de Ortega no es muy conocido. Sin embargo sus orígenes, que se remontan a décadas atrás, se parecen a los de otros grupos armados del país.

Desde finales de los años 60, los campesinos del corregimiento de Ortega en el noroccidente del municipio caucano de Cajibío, padecieron la violencia política y los ataques de diferentes grupos guerrilleros que incursionaban en sus territorios. Pero una incursión de las Farc en 1977, que cobró la vida de dos líderes de la comunidad, llevó a sus habitantes a empuñar las armas.

En esa ocasión, los guerrilleros asesinaron a Leonidas Becoche y a Manuel de Jesús Quina, quienes eran apreciados e importantes para la comunidad. Becoche fue un líder político de corte liberal, y Quina era uno de los comerciantes más importantes de la región. Ante esas muertes y el estado de indefensión de la comunidad -la autoridad más cercana estaba a 12 horas por trocha-, varios familiares de las víctimas decidieron organizar a algunos habitantes para defenderse de futuros ataques de la subversión.

Parte de esa historia desconocida fue revelada por Jairo Guachetá, uno de los 169 integrantes de las Autodefensas Campesinas de Ortega que se desmovilizó en 2003, durante su primera versión libre ante la Fiscalía 40 de Justicia y Paz, el pasado 9 de julio. Guachetá, quien es el primer desmovilizado de Ortega que comparece ante Justicia y Paz, también fue uno de los primeros campesinos que conformaron ese grupo de autodefensas.

Ese ex combatiente, queestá próximo a cumplir 64 años de edad y dice tener confusión con algunas fechas, explicó que tras el asesinato de Becoche, algunos hermanos y primos salieron armados a perseguir a la guerrilla “porque mataron de una manera muy horrible al concejal”. Por esa acción la familia Becoche fue amenazada.

De acuerdo por lo contado por Guachetá, en 1978 las Farc prepararon otra incursión a Ortega con un grupo de 15 guerrilleros, pero fueron descubiertos por una mujer mientras se alojaban en una finca en la vereda La Diana. Esa mujer alertó a Gilberto Becoche, hermano del fallecido Leonidas, quien convocó a varios campesinos que estaban armados con escopetas, para emboscar a la guerrilla. Los campesinos atacaron a los guerrilleros en la madrugada, asesinando a dos de ellos y provocando la huida del resto.

Después de eso, Gilberto Becoche convocó a una Asamblea General en donde participaron alrededor de 600 personas de diferentes veredas, para convencerlas de que debían organizarse porque la guerrilla los quería “acabar”. Guachetá, quien participó en esa reunión, le dijo a la Fiscalía que la propuesta de Becoche fue aceptada y que en ese momento escogieron a 60 hombres, entre ellos a él, para conformar al grupo que iba a defender a la comunidad.

Según el desmovilizado, en la reunión también se definió que el líder del grupo sería Gilberto Becoche y que estaría secundado por Eduardo Becoche, Ángel María Guachetá y Obdulio Flor. Durante algunos fines de semana, Gilberto y otros habitantes que prestaron servicio militar, fueron los encargados de entrenar a los 60 combatientes en una cancha de fútbol.

Guachetá explicó que este grupo de autodefensas, que inicialmente era conocido como El Grupo, se diferenció de los demás grupos paramilitares del país porque se dedicó a defender sus territorios, no buscó confrontación por fuera de ellos y sólo tomaba las armas cuando se percataban de un posible ataque de la guerrilla. Según él, después de un combate, pasaban varios años sin que hubiera enfrentamientos, y durante ese tiempo los combatientes se dedicaban a trabajar sus tierras normalmente. Como ejemplo, citó que después de la emboscada de 1978, el siguiente enfrentamiento ocurrió en 1982, y el próximo sucedió cuatro años después.

Sobre el combate de 1982, el desmovilizado contó que en esa ocasión se enfrentaron a las Farc y al ELN. Luego de seis horas de hostilidades lograron repelerlos y causaron la baja de cuatro guerrilleros. Cuando un grupo del Ejército entró a la zona para realizar el levantamiento de los cadáveres de los subversivos, uno de los oficiales, según Guachetá, los alentó a seguir con su lucha, y les dijo que debían denominarse como Autodefensas Campesinas, porque eran un grupo de campesinos que estaba defendiendo sus tierras. Además, les advirtió que no fueran a torcer el rumbo y que no cayeran en la extorsión y el secuestro. 

A partir de ese momento dejaron llamarse El Grupo y se bautizaron como las Autodefensas Campesinas de Ortega. Respecto a posibles vínculos con la Fuerza Pública, Guachetá dijo que no tenía información sobre ellos, pero aclaró que Gilberto Becoche tuvo contacto con miembros del Ejército, y que en una ocasión les dieron cursos de enfermería. El desmovilizado negó cualquier otro tipo de apoyo como combates conjuntos, entrenamientos o suministro de armas. Sin embargo, Becoche fue asesinado tiempo después por las Farc, y los demás líderes fundacionales del grupo armado murieron de viejos.

Guachetá le explicó a la Fiscalía que El Grupo se armó inicialmente con las escopetas que cada campesino tenía en sus fincas y posteriormente adquirieron 20 escopetas hechizas que le compraron a señor que trabajada con metales en Piendamó. Agregó que usaron camuflados y fusiles que le quitaron en diferentes ocasiones a la guerrilla, y que les compraban munición a algunos comerciantes ambulantes que transitaban por sus territorios.

La vida en medio de las balas se acabó para este ex combatiente en 1986. En ese año, sufrió un accidente en el que perdió gran parte de su mano derecha cuando deshilachaba cabuya con una máquina. Por su discapacidad física, Gilberto Becoche lo nombró como vocero del grupo y tenía la función convocar a los combatientes a diferentes reuniones. Guachetá abandonó Ortega en octubre de 2000, cuando las Farc incursionaron en la región, asesinaron a 14 personas, quemaron varias casas y se desplazaron 96 familias.

Producto de esa arremetida, las Autodefensas Campesinas de Ortega, que ya estaban bajo el mando de Rubinder Becoche, buscó apoyo del Bloque Calima, que arribó al norte de Cauca en mayo de ese año. Con el beneplácito de los Castaño y de ‘HH’, los paramilitares del Bloque Calima entrenaron parte de la tropa de Ortega en la finca la Mosquitera y los surtieron con nuevo material de guerra.

Después de esa capacitación, parte de la tropa del Bloque Calima escoltó al grupo de Ortega hasta su territorio, y en el camino asesinaron a las personas que ‘Los Indios’ -como apodaron a los de Ortega- les señalaron como milicianos o simpatizantes de la subversión. En esa ocasión dejaron muerte, terror, desplazados, hurtos y destrucción en cuatro localidades del municipio de Cajibío. La Fiscalía 40 de Justicia y Paz documentó esos crímenes y en mayo del año pasado les imputó cargos a varios desmovilizados del Bloque Calima ante un magistrado de control de garantías del Tribunal de Bogotá.

Guachetá  dijo no tener conocimiento sobre estos hechos porque se radicó en Popayán y perdió contacto con el grupo de autodefensas. Volvió a ser llamado por sus antiguos compañeros de guerra en 2003, cuando decidieron negociar su desmovilización con el gobierno de Álvaro Uribe, porque “se cansaron de combatir por más de 30 años”.

El 7 de diciembre de 2003, las negociaciones finalizaron con la entrega de armas de 169 combatientes, quienes se desmovilizaron en la vereda El Edén, del corregimiento de Ortega, Cajibío. Pese a que ese día los hombres bajo el mando de Rubinder y Lisardo Becoche dejaron la guerra, ninguno de ellos fue postulado para que respondiera ante el proceso de justicia transicional.

Sólo el pasado 9 julio, casi diez años después de la desmovilización, uno de los desmovilizados empezó a contar la historia de ese grupo y su pasado delictivo ante la Fiscalía de Justicia y Paz, porque pidió su postulación al proceso a raíz de una condena que le dictó la justicia ordinaria por un homicidio -que dice que no cometió porque cuando sucedió tenía herida su mano útil-, y quería aprovechar la oportunidad para confesar toda la verdad.