La llegada de los ‘paras’ a Santander de Quilichao

      
Durante un versión libre colectiva, diez exparamilitares del Bloque Calima contaron cómo ingresaron a ese municipio del norte de Cauca y cómo extorsionaron al comercio para su guerra urbana.
A finales de mayo de 2000, los paramilitares enviaron tropas del centro del Valle del Cauca al norte de Cauca.

El exjefe militar del Bloque Calima, Elkin Casarrubia Posada, alias ‘El Cura’, contó que los paramilitares llegaron al Cauca a finales de mayo de 2000 por petición del extraditado y condenado narcoparamilitar Francisco Javier Zuluaga, alias ‘Gordolindo’.

Según ‘El Cura’, el extraditado narcoparamilitar les pidió que enviaran un grupo armado a Corinto. Por esa razón, los paramilitares mandaron a 54 hombres bajo su mando desde la zona rural de Tuluá, Valle del Cauca, y se instalaron entre los límites de los municipios de Jamundí (Valle del Cauca) y Buenos Aires (Cauca).

Antes de llegar a su destino, el grupo de ‘El Cura’ participó en la denominada masacre de Sabaletas, en la que apoyaron las acciones de otro grupo de paramilitares que se estableció en Buenaventura, y cometieron varios asesinatos en la zona rural de la ciudad-puerto.

El recorrido de los 54 hombres de ‘El Cura’ terminó en una finca conocida como Las Cañas, ubicada en la zona rural de Jamundí, a la que llegaron por instrucción de alias ‘El Capi’ -uno de los primeros jefes paramilitares en Valle del Cauca-. Según contaron varios postulados, el grupo se quedó en esa finca durante tres meses, hasta que se empezó a expandir hacia el sur del país.

‘ElCura’ dijo que por orden de ‘HH’, los paramilitares instalaron una base entre la vereda Barejonal y la finca Las Cañas para “cuidar una maquinaria que iba a cortar caña en esa zona”.

Posteriormente, el grupo de ‘El Cura’ engrosó sus filas con 20 hombres más. En agosto de 2000, cuando Éver Veloza, alias ‘HH’, asumió el mando del Bloque Calima, ese grupo empezó su expansión por las zonas urbanas del norte de Cauca.

“En agosto ‘HH’ recibe todo el Bloque Calima y decidimos enviar gente a Santander para coparle espacios a la guerrilla. Santander de Quilichao era una zona manejada por el Sexto Frente de las Farc”, explicó el exjefe paramilitar.

El encargado de estar al frente de los urbanos -los hombres de civil que las Auc instalaban en los corregimientos y municipios- fue José de Jesús Pérez Jiménez, alias ‘Sancocho’.

Este exjefe de urbanos contó durante la versión libre que en una reunión con ‘HH’ y ‘El Cura’ en la vereda Barejonal, “se sacaron urbanos para los pueblos y municipios”. También contó que los primeros jefes paramilitares que incursionaron al casco urbano de Santander de Quilichao fueron alias ‘El Capi’ y alias ‘Diego La Marrana’. El primero porque perteneció a las Fuerzas Militares y el segundo porque fue desertor de las Farc.

Alias ‘Sancocho’ aclaró que pese a ser el jefe de los urbanos en Cauca, casi nunca permanecía en los “pueblos porque tenía una orden de captura”, y por esa razón permanecía con los grupos en las zonas rurales.

Al poco tiempo ‘El Capi’ y ‘Diego La Marrana’ salieron del municipio y el mando fue cedido a alias ‘Patepalo’. También se integró a las filas de los urbanos Armando Lugo, quien era miembro de la Defensa Civil, y se convirtió en el principal informante de los paramilitares para señalar a los supuestos milicianos y colaboradores de la guerrilla en la región.

“Me gané la confianza de ellos señalando a los milicianos que operaban en Santander. Los conocía bien porque subía (ir a las zonas rurales) a hacer brigadas de salud”, contó el exparamilitar Lugo, quien fue conocido dentro de las Auc con el alias de ‘El Cabezón’.

‘El Cabezón’ también contó que como era residente de Santander de Quilichao, recibió la orden de ‘Patepalo’ para señalar a los comerciantes que podían “aportar para las finanzas”. Además, dijo que en octubre de 2000 los paramilitares reunieron a alrededor de 20 comerciantes en la vereda El Palmar para cobrarles cuotas mensuales.

‘El Cura’ señaló que ese encuentro se hizo por orden de ‘HH’, quien le dijo que tratara de encontrar recursos para el grupo con el comercio de Santander de Quilichao. Después de esa reunión, los comerciantes tenían que pagar en los primeros días de cada mes las cuotas establecidas por ‘El Cura’, que oscilaban entre 300 mil y un millón de pesos.

“Algunos colaborarían por miedo y otros porque lo veían como la solución para trabajar mejor”, señaló ‘El Cura’, quien se refirió esos pagos como “aportes” y no como extorsiones. ‘El Cabezón’ reconoció que algunos comerciantes pagaron obligados, pero que otros simpatizaban con ellos “porque estaban cansados de pagarle 10 ó 15 millones de pesos a la guerrilla para no ser secuestrados”.

Estas audiencias fueron trasmitidas en vivo a Santander de Quilichao, en donde hubo asistencia masiva de las víctimas en esa región.