Indígenas persisten en sacar a los grupos armados del norte de Cauca

      
Luego de retirar dos retenes ilegales de las Farc, una comisión de indígenas de la etnia Nasa está en la base militar de la vereda Berlín, en Toribío, para hacer lo mismo con el Ejército.
El pueblo Nasa está empeñado en sacar a los grupos armados del norte de Cauca para vivir en paz. Foto: tomada de la página web de la Acin.

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Alrededor de 400 indígenas llegaron a la base del Ejército ubicada en el cerro Berlín, para pedirle al Ejército que salga de la región porque están cansados del conflicto armado.

“Al llegar a la torre, las autoridades indígenas y la comunidad le dieron media hora a la fuerza pública para salir de este sitio”, relató la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, Acín, en comunicado que emitió en la noche de este miércoles, 11 de julio de 2012.

Un día después, tras el anuncio del presidente Santos de que no “desmilitarizará ni un centímetro” de Cauca, se conoció que los indígenas empezaron a desmontar la base militar que también custodia unas torres de comunicación celular.

Consultada por VerdadAbierta.com, una fuete del Tejido de Vida y Armonía, una de las áreas de trabajo de la Acín dijo que “más que un ataque es el desmantelamiento de la base militar de Berlín, que queda a las afueras de Toribío”.

La fuente explicó que esta es una base de alrededor de una hectárea y que la decisión de retirarla la emprendieron porque “desde ahí se producen disparos que impactan casas cercanas a Toribío”. Además, la Acín indicó que “las comunidades que se dirigieron hacia la torre empezaron a desmantelar las garitas del Ejército y a tapar las trincheras”.

Gabriel Pavi, exalcalde de Toribío y líder indígena, le dijo al diario El Tiempo que la comunidad decidió tapar los huecos de las trincheras para devolver el equilibrio de esta zona que es una reserva natural.  “No vamos a atacar a los militares ni tampoco a despojarlos de sus equipos, sólo vamos a pedirles que se retiren, tal como se ha hecho con la guerrilla”, dijo Pavi. Además, agregó que de irse el Ejército, las torres de comunicación no quedarían desprotegidas porque la Guardia Indígena las custodiaría.

Esta acción es similar a la que realizaron el lunes 9 de junio, cuando retiraron las trincheras que la fuerza pública instalaron alrededor de la estación de Policía y las calles de Toribío para repeler el ataque que las Farc inició el pasado viernes.

Pero las acciones de los indígenas no se han limitado exclusivamente a sacar a la fuerza pública del norte de Cauca. En el día de ayer levantaron dos retenes ilegales que las Farc tenían instalados en los alrededores del casco urbano de Toribío, mientras el presidente Santos se reunía con la cúpula de su Gobierno a puertas cerradas.

El primero de ellos fue levantado en horas de la mañana en el sitio conocido como La Buitrera y estaba compuesto por alrededor de 20 guerrilleros. El segundo fue retirado en horas de la tarde cerca a la vereda El Tierrero.  “Los guerrilleros dicen que no se van a ir del territorio y que las víctimas son consecuencia de la guerra.  La Guardia (Indígena) los retiró de las carreteras pero continúan en la zona”, le dijo la fuente del Tejido de Vida y Armonía a VerdadAbierta.com, al explicar cuál ha sido la postura de la guerrilla frente a esta acción del pueblo Nasa.

Además, los indígenas decomisaron seis tatucos (morteros hechizos) que los guerrilleros dejaron abandonados cerca a una vía de la zona, que fueron destruidos por la Guardía Indígena.

Esta postura del pueblo Nasa es nueva, puesto que se cansaron de marchar y decirle a los actores armados, tanto legales como ilegales, que los dejen al margen de la guerra porque se cansaron de ésta y quieren vivir en paz, según contó una fuente de la comunidad.

Antes de conocerse el anunció del presidente Santos de que aumentará, una vez más, el número de militares en el departamento para tratar de controlar la situación, la Acín expresó que “el pueblo Nasa no necesita a la fuerza pública porque nunca ha sido efectiva. Cada vez que llegaron más miembros del Ejército y Policía, se concentraron más los grupos guerrilleros y se incrementaron los combates, dejando numerosos muertos y heridos en la población civil”.

Una guerra ajena y de vieja data
Los ataques de los grupos ilegales a la población civil, al igual que los enfrentamientos con la Fuerza Pública en los que los civiles han quedado atrapados, no son recientes en el norte de Cauca. Desde hace años los habitantes de esa región del departamento se acostumbraron a vivir entre la presencia de los grupos armados, las balas, los explosivos y los señalamientos.

La lucha del Estado por arrebatarles un territorio histórico a las guerrillas, cuyas escarpadas montañas conectan con el Litoral Pacífico, y son utilizadas por los subversivos como corredor de movilidad y de financiación con el narcotráfico, le ha generado constantes daños colaterales a los indígenas y demás personas al margen del conflicto.

Para liberar ese territorio, la fuerza pública está implementando un Plan de Consolidación que ha significado el aumento considerable de la tropa en la región y la instalación de bases militares en sitios donde no existían.

A comienzos de marzo de 2012, según registró en un artículo la revista Semana, “se incrementó la fuerza pública en 4.000 soldados, además, se trasladaron a Popayán las oficinas de la Tercera División del Ejército que antes despachaba en Cali, Valle. Y por si fuera poco, hay en operación una brigada, dos batallones y un grupo de fuerzas especiales, llamado Apolo”.