Cómo los Castaño despojaron a una próspera familia de Urabá

      
Justo cuando anunció que abandonaba la guerra, Fidel Castaño persiguió a los Calonge, les mató los hijos y los despojó de varias de las 1.200 hectáreas que lograron en 20 años de duro trabajo. Esta es su historia.

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Fidel Castaño llegó a San Pedro de Urabá buscando más de 4 mil hectáreas de tierras. Fotomontaje VerdadAbierta.com  

Evaristo Calonge Puche y Virginia Álvarez se conocieron en Montería en 1965 y su historia de amor auguraba un futuro prometedor. Decidieron irse a probar suerte a Santa Catalina, corregimiento de San Pedro de Urabá, un municipio antioqueño en la frontera con Córdoba, a tres horas de Montería, que muchos campesinos habían empezado a colonizar por sus ricas tierras.

Al poco tiempo de su llegada, el matrimonio, animado, montó una tienda de abarrotes con la que empezaron a ganar prestigio en San Pedro. Como era una tierra de colonos, hacían trueques con los campesinos que les entregaban sus cosechas a cambio de mercancías.  Así, en la medida en que el negocio iba creciendo, comenzaron a comprar, por pedazos, pequeñas parcelas.

Entre su llegada y 1980, según cuenta Virginia, hoy de 68 años, lograron acumular más de 1.200 hectáreas divididas en cinco fincas: Katanga 1 de 440 hectáreas, Pradillo de 228 hectáreas, Bonanza de 119 hectáreas, Katanga 2 de 280 hectáreas, La Esperanza de 61 hectáreas y El Angelito de 35 hectáreas, en las que pastaban mil reses. Todas quedaban en la zona de Santa Catalina. Estas fincas estaban compuestas por 35 predios, la mayoría escriturados a nombre de Virginia, y en menor proporción a Evaristo y sus hijos. Los Calonge les compraron algunos  de estos predios a campesinos y ganaderos de la zona que tenían posesión sobre ellos,  pero no registraron las escrituras.

Allí los Calonge echaron raíces con sus seis hijos. Con ellos estaba Simón, hijo de otra unión de Evaristo, mayor que todos los demás,  quien les ayudaba con sus negocios, se encargaba de las fincas y también de encarar los crecientes riesgos que empezaron a aparecer en la zona con la llegada de la violencia.

Simón era atravesado. Varias personas que lo conocieron afirman que no le tenía miedo a los grupos armados que empezaron a extorsionar por la zona. De hecho, una persona que vivió en la región le contó a VerdadAbierta.com que tenía su propio grupo de guardaespaldas. Cuando habíaalgún secuestro lo llamaban y muchas veces intentó rescatar a amigos o conocidos que caían en manos de la guerrilla.

El primer grupo armado ilegal que apareció en la zona a comienzos de la década de los ochenta fue el Frente V de las Farc, después llegó el Ejército Popular de Liberación (EPL) al mando de Bernardo Franco, quien prácticamente tomó el control de la región. En 1983, Fidel Castaño, quien por entonces ya había hecho mucho dinero con el narcotráfico, compró la finca Las Tangas en el municipio de Valencia, a escasos 36 kilómetros de San Pedro. Después, compró una finca que llamaron ‘La 20’ y otra que que se conocería como ‘La 15’ vecina de uno de los predios de los Calonge al que bautizaron Katanga. ‘La 15’ se convirtió al final de la década de los ochenta, en el centro de operaciones del primer grupo armado paramilitar reconocido en la zona como ‘Los Tangueros’ o ‘Los Mochacabezas’.

Ellos, en alianza con los paramilitares comandados por Henry Pérez en el Magdalena Medio, fueron autores de la masacre de La Mejor Esquina, el 3 de abril de 1988, en la que asesinaron a 27 campesinos y la de El Tomate, el 30 de agosto del mismo año, que dejó un saldo de 16 víctimas fatales.

Mientras los Calonge eran testigos del terror paramilitar, el EPL empezó a amenazarlos y a extorsionarlos. Por eso, Evaristo se llevó a vivir a su familia a Montería. Simón, el temerario, se quedó administrando los negocios familiares en San Pedro de Urabá.    

En medio de esa tensión, el 13 de diciembre de 1989, unos paramilitares les salieron al paso a Simón a y su medio hermano Ramiro, que en esa época era menor de edad, cuando viajaban entre San Pedro y Valencia. Fue lo último que pudieron averiguar de ellos porque desde entonces están desaparecidos. Otro de los Calonge, Ángel Isidro, tuvo que hacerse cargo de las propiedades en Santa Catalina, pero el 23 de agosto de 1992 fue asesinado en otra emboscada paramilitar.

Este último asesinato sucedió, a pesar de que desde 1990,  Fidel Castaño y sus hombres habían anunciado que desmontarían su grupo armado entre Córdoba y Urabá,  como una forma de demostrar su voluntad de paz por la desmovilización en el Urabá del EPL. El 14 de noviembre de 1990 Castaño había creado la Fundación por la Paz de Córdoba, Funpazcor, en cabeza de su cuñada Sor Teresa Álvarez Gómez, con la que le vendió la idea a la sociedad cordobesa de que resarciría a los campesinos afectados por el conflicto armado, dándoles tierra y ganado, específicamente, en la zona de Valencia.

Pero mientras los Castaño pregonaban sus aportes a la paz, continuaban con un el juego rudo para ampliar sus riquezas. Durante el año siguiente a la muerte de Ángel Isidro y después de que los Calonge dejaran abandonadas sus tierras, empezaron a recibir amenazas para que vendieran pedazos de las cinco fincas que tenían en Santa Catalina. Finalmente Castaño los obligó a vender 902 hectáreas que fueron escrituradas el 1 de diciembre de 1993, en la notaría única de San Andrés de Sotavento a Sor Teresa Gómez.

“Fidel Castaño me obligó a venderle las tierras al precio que impuso en ese entonces, algo cercano a 200 mil pesos por hectárea, en donde el precio real era mucho más que eso y aun así nunca las pagaron una vez las ocuparon”, cuenta Virginia. En total, ella recuerda que le pagaron 90 millones de pesos por Katanga 1, una finca que estaba a su nombre de 400 hectáreas.  Pero los documentos que firmó reflejan diferentes precios por hectárea,  por ejemplo, un predio de 27 hectáreas lo compraron en 225 mil pesos que equivale a 8.333 pesos la hectárea. Por otro de 51 hectáreas le dieron 510 mil pesos, es decir, 10 mil pesos por hectárea. Y por otro más, de 60 hectáreas, le dieron 800 mil pesos, que son 13 mil pesos por hectárea.

Jesús Ignacio Roldán alias ‘Monoleche’, quien para la época era empleado de Fidel Castaño y después se convertiría en jefe paramilitar a órdenes de los hermanos Vicente y Carlos Castaño, dijo en una audiencia del 10 de octubre de 2012 que Fidel le había dado la orden de comprar en un año entre 3 y 4 mil hectáreas en la zona para montar un negocio de ganadería. ‘Monoleche’ reconoció que muchos campesinos vendieron intimidados. “Las tierras no eran para un empresario de bien, (eran) para Fidel Castaño que se alzó en armas contra la guerrilla y el estado colombiano”, explicó el ex paramilitar en la audiencia.

Desde ese momento, Evaristo, que había construido su pequeña fortuna en Santa Catalina, empezó a agonizar. “Murió de tristeza en 1995, por perder a sus hijos y a sus tierras”, recuerda su esposa que no ha podido regresar allá desde 1983.

Con tanta tragedia junta, al firmar obligados las escrituras, los Calonge dieron por terminada su relación con el Urabá. Los sobrevivientes se dedicaron a rehacer sus vidas en Montería. Al poco tiempo desapareció Fidel, pero sus hermanos, Vicente y Carlos Castaño se quedaron con su herencia. Según narró su hermano Carlos en el libro ‘Mi Confesión’, Fidel murió en un combate con las Farc el 6 de enero de 1994, justo en Santa Catalina, la zona donde los Calonge habían forjado su fortuna pero también su desgracia. Otras versiones indican que el hermano mayor de los Castaño fue asesinado por su propia gente.

Durante 20 años, esta familia prefirió no saber quién había matado a sus hijos. Sin embargo, en 1999 reapareció en sus vidas Vicente Castaño quien le envió a la viuda un sorprendente mensaje que ella mantuvo en secreto: quería devolverles lo que les había arrebatado su hermano Fidel porque iban a entrar en un proceso de paz.

La devolución se hizo en una reunión a la que asistió Virginia, quien decidió que una persona de la zona y de su confianza recibiera las tierras a cambio de un porcentaje por explotarlas. Yira, la hija mayor de los Calonge cuenta que a la reunión fueron “varios administradores que tenían (los Castaño) y ella (su mamá) no habló, no quería tener ningún tipo de relación con ellos. Mi mamá no recibe las tierras, las recibe un señor que se llama Omar Pérez García, de por allá, porque ella dice que le da mucho miedo”. Pérez García quedó entonces como administrador y propietario más de 700 hectáreas a lo largo de seis años, con el temeroso consentimiento de la viuda Calonge.

Luego vendría la desmovilización de Vicente Castaño el 3 de septiembre de 2006 y una aparente calma empezó a sentirse en Santa Catalina. Por eso, Yira Calonge le pidió las tierras al administrador y creó una sociedad llamada Raiseros de San Juan, presidida por su madre, a la que le transfirieron los bienes recuperados.

“Todo el mundo tenía que ver con esa tierra porque decían que allí estaba la casa de Vicente”, explica Yira y agrega que en 2010 regresaron las amenazas, la seguridad empeoró y no les quedó otro camino que liquidar la sociedad ese mismo año. Pero las cosas, lejos de regresar a la calma se complicaron aun más cuando la Fiscalía citó a Virginia y a Yira a principios del 2011 para preguntarles cómo habían logrado que Castaño les devolviera las tierras sin entrar en un proceso de restitución.

A los Calonge, en la Fiscalía les han dicho  que hay testigos que aseguran que su finca Katanga, la que era vecina de ‘La 15’ de los Castaño,  era propiedad de Vicente Castaño. Ellos que explican que es una confusión porque los Castaño sí se habían quedado con parte de Katanga, pero allí nunca tuvo casa Vicente, y siempre fue de su propiedad. “Es verdad que la nuestra fue de ellos, pero hoy día ya es nuestra nuevamente, nunca debió dejarlo de ser si no aparece la violencia ejercida por ellos, por la ausencia de Estado”, dice Virginia.  

En esa finca Katanga, se registraron asesinatos y desapariciones. Por la información que aportaron en sus versiones libres a la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, los desmovilizados  Jesús Ignacio Roldán alias ‘Monoleche’, quien fue escolta del clan Castaño, y de Luis Ómar Marín Londoño, alias ‘Cepillo’, jefe paramilitar en Urabá, las autoridades judiciales exhumaron  cuatro cadáveres en las fincas Katanga y ‘La 35’, el 28 de noviembre de 2011.

Fue ‘Monoleche’ quien aseguró, en la versión del 10 de octubre de 2012, que Fidel Castaño fue responsable de la muerte de Simón y aunque no se refirió a la de Ramiro, se supone que el también fue asesinado en esa acción porque estaban juntos cuando desaparecieron, con lo que los Calonge se pudieron registrar como víctimas de las Auc. Y agregó que ahora que “todas esas tierras tienen que ser devueltas a los dueños a pesar de haber sido compradas a 300 mil, a 500 mil”, dijo.

Virginia y su familia iniciaron un proceso para la recuperación de las tierras que no les regresaron los Castaño y para defender su nombre ante un eventual proceso. Virginia ha enviado cartas al presidente Juan Manuel Santos y a la Fiscalía en la que le narra la historia de muerte, desplazamiento y despojo que sufrió su familia.

“Fuimos llamados por parte de unos investigadores a dar nuestras versiones y aún así seguimos siendo investigados por Justicia y Paz y la Fiscalía”, le escribió Virginia a Santos el 24 de julio de 2011. En la carta le pidió que la justicia aclare estos hechos y entienda que ellos que ellos, lejos de estar relacionados con el paramilitarismo fueron sus víctimas. VerdadAbierta.com constató que hasta el momento, en la Fiscalía, no hay una investigación oficial abierta contra los Calonge. Y si bien ya tienen en su poder sus tierras apenas iniciarán en las próximas semanas formalmente el proceso de restitución.