El vórtice de la guerra

      
Desde hace un año el conflicto se enquistó en Cauca. Desde allí la guerrilla asesina civiles y militares, hostiga poblaciones, instala retenes ilegales y mueve el negocio de la coca. ¿Qué está pasando?

El ataque del lunes nueve de noviembre, que causó la muerte de nueve militares en Corinto, Cauca, hizo que el gobierno lanzara en la región una fuerte ofensiva militar destinada a expulsar a las Farc de la zona. Foto: Semana.

“Lo que allí nos ocurrió, sin duda es una tragedia”, esta frase del ministro de Defensa, Gabriel Silva, al referirse al ataque de las Farc ocurrido el 9 de noviembre, donde perdieron la vida nueve soldados y cuatro más resultaron heridos en Corinto, Cauca, resume el impacto que ese golpe le ocasionó a la política de Seguridad Democrática.

Lo preocupante de este episodio es que se suma a una cadena de atentados que a lo largo del año ha cobrado las vidas de 32 uniformados entre soldados y policías, tres civiles y ha dejado una docena de heridos.

Este año Toribío ha sido objeto de 60 hostigamientos. A estos ataques se suma la emboscada que mató siete policías hace un mes en el Alto Naya, (zona selvática del noroccidente caucano).

Todo ello se suma al ‘plan pistola’ del que han sido objeto líderes dela comunidad indígena Nasa, luego de que por medio de la Resolución 002 de febrero de 2009 del Cabildo de Jambaló, notificaron a los dueños de laboratorios o caletas del narcotráfico en sus resguardos, que desalojaran voluntariamente.

Varios elementos influyeron para que la guerrilla, y en especial las Farc, pusiera sus ojos en este departamento que si bien históricamente ha sido escenario de brotes revolucionarios como el movimiento Quintín Lame y el Ejército Republicano Bolivariano, gozó de cierta calma entre 2003 y 2008.

Lo primero que se debe recordar es que por cuenta de la efectividad del Plan Patriota en el sur del país, tanto los grupos armados ilegales como el narcotráfico migraron hacia el suroccidente colombiano. Esos coletazos ya golpearon en Nariño y ahora sus tentáculos se sienten con toda su fuerza en Cauca, gracias a que encontraron un vasto territorio propicio para el cultivo y el tráfico de coca, especialmente en la zona del piedemonte costero. Se calcula que hoy Cauca tiene 5.400 hectáreas sembradas con coca y otras 300 entre amapola y marihuana. Incluso allí se produce una de las mejores cannabis del mundo, conocida como Punto Rojo.

Otro factor que influyó para que Cauca se convirtiera en el nuevo epicentro del conflicto armado contrainsurgente está relacionado con la llegada de ‘Alfonso Cano’ como nuevo líder de las Farc, tras la muerte de ‘Tirofijo’ en marzo de 2008. El timonazo obedece a que ‘Cano’ tiene como zonas de influencia Tolima, Huila y Cauca. Fuentes militares coinciden en afirmar que allí radica la importancia del corredor estratégico que hoy el Ejército le pelea a sangre y fuego al sexto Frente de las Farc, en inmediaciones de los municipios caucanos de Toribío, Caloto y Jambaló, justamente los pueblos donde se han intensificado los ataques subversivos. Dicho en otras palabras: esa región se ha convertido en zona clave donde confluyen la ventaja geográfica que le permite a las Farc replegarse, el difícil acceso por las zonas montañosas que complica la ofensiva del Ejército, el negocio de la coca que ayuda financiar la guerra y la presencia histórica de la guerrilla.

Por eso, el acto terrorista cometido el lunes es solo una muestra de la crudeza con la que se desarrolla desde hace varios meses una guerra atizada por los cerca de 8.000 guerrilleros de las Farc, el ELN, bandas criminales como las Águilas Negras y ejércitos de sicarios al servicio del narcotráfico, como los Rastrojos, que en esa zona se pelean el dominio territorial y el negocio de la coca.

Frente al escalamiento de la guerra en esa región, el gobierno tomó fuertes medidas. Envió 2.500 soldados, puso en marcha al Comando Conjunto de Occidente y trasladó la III División del Ejército a su capital, con lo que llegaron 12 pelotones, batallones contra el narcotráfico, contrainsurgentes, fuerzas especiales urbanas y dos pelotones blindados.

Analistas militares comparan esa avanzada con la aplicada en Montes de María en la Costa y la Macarena en el sur del país. Semejante ofensiva ya encendió las alarmas en las organizaciones que representan a los 240.000 indígenas que viven en la región, que temen quedar en medio del fuego cruzado. El tema con los nativos es otro nudo ciego en esa confrontación bélica, ya que mientras las comunidades indígenas reclaman respeto frente a la guerra, la guerrilla los ve como colaboradores del Ejército y muchos militares creen que están infiltrados por las Farc.

Un panorama nada alentador que revela que, si bien han mejorado las condiciones de seguridad en muchas regiones del país, en otras -como Cauca- las cosas están color de hormiga.

Publicado en Semana, edición 1437. Fecha: 14/11/09